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ENTRETENIMIENTOS
indignacion á declarar la guerra
á
Macedo–
nia , seríamos perdidos. Los esfuerzos inúti–
les, que ha hecho para despertar en nosotros
algun género de virtud , ¿no le podrian ha–
ber convencido
~e
que sol? tenemos un po·
co de cólera , y de que no s&-mos tan felices,
que conservamos algmt tiempo esta pasion?
Todo lo que pide valor, prudencia, y con–
sideracion , es temerario entre nosotros.
Es propio de las pasiones el manifestar–
se,
y
obrar algunas veces con una especie de
entusias1no.
Los
ociosos ,
los
avaros, &c.
tienen sus ratos de valor,
y
prodigalidad;
pero es preciso desconfiar de ella. Quanto
con mas violencia sale una pasion de sus lí–
n1ites, tanto está 1nas
dispuesta
para entrar
en ellos. Para poder contar con nuestras pa–
siones, es n1enester que
apagadas.,
y
vueltas
á
encender por el recobro de lo perdido,
hayan dado tiempo
á
nuestra alma para con·
traer los hábitos. Los nuevos son frágiles,
y Je forri fican las pruebas medianas , y repe–
tidas; pero les destruyen los grandes obstá–
culos. De todo esto infiero, que por ahora
no podemos sacar algun socorro de nuestras
pasiones. Dicen que puede sernos favorabl e
Ja suerte; pero solo pertenece
á
una Repú–
blica virtuosa esperar
aconteci1nientos
di–
chosos, y saber aprovecharse de los favores
de la fortnna. Yo digo continuamente
á
los
Athe·