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·174

ENTRETENIMIENTOS

tes todas permanecian sanas, haciendo un

esfuerzo para coger al tirano , rompió

fa–

cilmente las cadenas , y volvió á parecer

mas libre que nunca. El amor á la patria

tomó una nueva fuerza., y nuestros pa–

dres hicieron prodigios dé valor, y magna-

nimidad.

'

No me cansaré de volveros á decir, mi

querido Aristias, que la Política juzga de

las enfermedades por las costumbres , co–

mo la Medicina por

el

pulso. Aunque Pi–

sistrato fuese un tirano, como enviado por

toda la cólera de los Dioses , esto es , que

temiese hacerse aborrecible por las vio–

lencias: que ocultase con destreza el yugo

que quería imponer: que obrase con una

fingida dulzura ; y que se cubriese baxo la

máscara de la justicia , y bien público , no

pudo ni engañar , ni cansar la firmeza de

nuestra R epública. P or

el

contrario , aun–

que

los

treinta tiranos , á que nos conde–

nó Lisandro

á

obedecer , fuesen monstruos

odiosos, no hubiese derecho sagrado para

ellos , derramasen torrentes de sangre ,

y

en una palabra, aunque sus abominables

excesos llevasen

á

nuestros padres á la des–

esperacion ,

inspirándoles alguna virtud;

oprimida,

é

infeliz Athenas solo supo llo–

rar ,

y

temer, porque entonces no tenía–

mos costumbres, porque Pericles nos ha-

bia