DE PHOCION.
1;n
duce , desespera muchas veces de
la
salud
de _la patria , quando los Ciudadanos están
aun en la mas perfecta seguridad.
No son siempre las mas daiiosas aque–
llas enfermedades, que
á
la primera vista
parecen i;nas ten1i'bles. Quando se vé
á
un
E stado di vidido en motines, en partidos,
y
facciones , está comunmenre en arma la
imaginacion. Cree que llega el momento
de su ruina,
y
que los Ciudadanos van
á
tomar las armas ,
y
perderse ,
y
degollar•
se; ó que su Ciudad viene
á
ser
la
presa,
y
el
objeto de algun enemigo extrangero.
Pero nada tcmais : si los Ciudadanos tie–
nen buenas costumbres , si aman la tem–
planza, el trabajo ,
y
temen á Jos Diese!,
estad seg11ro que aun estiman la justicia,
que sedn prudentes sus pasiones,
y
que
está la República establecida sobre sólidos
fundamentos. Los hombres que no se han
abandonado
á
vicios groseros, no llegarán
á
los últimos extremos. No les servirá su,
Ciudad de campo de batalla, aunque pa–
rezcan muy furiosos. Son
ene1nigos ,
pero
Ciudadanos ;
y
se unirán para obrar de co–
mun acuerdo, si algun extrangero se atre–
ve
á
combatirlos. E stad rambien conven–
cido, que al fin dexar:ín sus desórdenes,
y
buscarán
el
los mismos
el
remedio.
Así
fué
la füerte de nuestros padres.
Vir·
Diferen–
tes enferme–
dades de los
Estados.