DE PHOCJON.
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dispuesto e1 Magistrado para socorrerle.
¡Pero sucede lo mismo en ·una República?
Todas las injusticias,
y
violencias, que cada
día producen las pasiones entre poblaciones
diferentes, ¿no prueban quan poco segura
salvdguardia es el derecho de las Naciones
p ara cada Sociedtid en particular? L a histo–
ti¡¡
está llena de revoluciones tan inopinadas
como atrevidas. El Pueblo m as sabio,
y
mejor gobernado , tiene sus momentos <le
de\)ilidad , de distraccion ,
y
de error. El
lugarillo mas despreciable,
á
quien menos
se tema, puede producir un Epaminonctas,
y
casualn1ente tornar nueva inclina.cion ,
y
ha–
delos, que los Jurisconsuhos del Imperio, cuyas obras sin
principios ,
y
sin orden, son
01ras 1antas
pruebas de
la
mise–
rable servidumbre en t¡ue habian caido
la.~
leyes. Los rescrip–
tos siempre arbitrarios de Jos Emperadores, y las opuestas
sentencias de los J\•fagistrados, eran
la
basa de sus conoci–
mientos;
y
segun obser\'3 un docto en es1a materia, ningun
Junsconii.uho tenia cuid:ido de tratar aun del Derecho de la
Narnr:ilez:i,
y
de las Gentes.
Y
por
abreviar la historia vergonzosa de nuestra barbarie.
En fin, no tomó la Europa otro nuevo semblante sino quan–
clo se
est:iblecicron
en
Jo.s
Estados
la
amuriclad ,
y
13
.mbordi–
naciun ,
y
quantlo refugiarlas
las
letras
e·n Constantinopla,
pa–
saron
á
Italia
despues
de
la ruina
del Imperio del
Oriente.
Se
comenzó
á
leerá los-antiguos por unos progresos
muy
r:ípi–
do:.:
se
cultiv:iron
las
ciencias,
que
ilustrando el ánimo,
pre–
parnron
el
corazon
3
amar
el
buen orden ,
las
leyes ,
y la
Mo–
ral;
pero
si el
interior
de los
E~1ados
es1aba
mas
civilizado,
se
f:~~~ ¡~~¡~7:t~
1
~~t~cC,ic~~~n"~t:t!i~ª~~e~
11
4°sn~~~r~~r~~d~=
en el camino Je la
verd
ad; p~ro eran muy
~ntiguas.
y
esta–
b:in muy rep:irth..las
l:is
preocup:i.ciones,para
ser
disipadas en
un instante:
lejos <le
a
vergonzarse de Japerfidia,
se
estimaba
eJ
no
t~ner
fe. L:t
ciega ambicion
todo lo crela Hcito,
y
per–
mitjdo: ya
se
raciocinaba, y
se juzgaba aún, que el Derecho
de