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ENTRETENIMIENTOS

les guerras? ¿Ha repartido avara la natura–

leza alguna pequeña porcion de felicidad

á

los hombres, que sea necesario conquistarla

con las armas en las manos? No tenemos

otra cosa que conocer para ser todos dicho–

sos, que nuestros verdaderos intereses.

Si es sabio un simple Ciudadano , prosi·

guió Phocion , en conciliarse la amistad

,~

estin1acion

de

sus co1npatriotas , ¿no será

aun mas preciso, qne un Estado inspire los

mismos afectos

á

sus vecinos? El Ciudada·

no puede p asarse sin an1igos,

y

no ten1er

los enemigos, supuesto que existe baxo

la

proteccion de las leyes, y que está siempre

dio;-

Jamas fueron los hombres testigos de revoluciones mas

impensadas,

y

extraordinaria~,

que aquella que experimema–

ron b.lxo el Gobierno de los Pueblos del Norte, y de la Rscy–

thia : cada dia se formaba una Monarquía nueva , y perecía

otra apenas formada. Quando dieron principio los B.irb:uos,

debilitado'> por sus guerras,

á

parecer tranquilos en sus con–

quistas , se extendió prontamente en toda la Europa el Go–

bierno de los foudos , originado en los Francos, esto es, no se

vió mas que tiranos, crueles,

y

sin piedad, ó es.:la\'OS, que

les servian : no habia ley política, ni civil: no se conservaba

alguna convencion

e~presa,

ó

presunta de las que ha form:ldo

la

Sociedad , ni aun el objeto que dt!be proponerse : sola la

fuerza decidia el derecho entre los Soberanos, y los vasallos,

que formaban un Reyno con cien Principados diferentes: no

había para

la

direccion sino costumbres inciertas,

á

las quales

la libertad de las pasiones, y el orgullo de los acaecimicncos,

no permitían tomar una consis1encia ciena.

Cansada la Europa de sus desdichas,

y

fatigada de sus di–

sensiones, comen"ZÓ

á

querer poner algun método en el des–

orden : se hicieron leyes absurdas, é injustas,

y

era mucho

se supiese que era preciso tenerlas: se sospechó , que la Socie–

dad necesitaba de un poder legislativo; pero se pasó largo

tiempo sin querer obedecerle : era menesier crear una Juris–

prudencia ;

y

los que lo habian de hacer, no tenfan otros mo-

de-