DE PHOC.JON.
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nuestras costumbres, la simplicidad de nues·
tras .necesidades, y la igualdad de nuestra
fortuna lo permitiesen aún. Pero en una Re·
pública , en donde no puede la Política re·
ducir los Ciudadanos á esta primitiva pure·
za de los tiempgs antiguos, son las Artes to–
da la riqueza
d~los
que las cu1rivan. No
subsisten los Artesanos mas que por el sala–
rio, que reciben de los ricos que los ocupan,
debiendo necesariamente envilecerse su al–
ma ( r) por el trabajo. Guárdese, pues ,
el ·
Legislador de confiarles el depósito, ó la ad–
rninistracion de la soberanía. Si les declara
la ley por hombres libres, y hace varias es–
pecies de Ciudadanos, no obstante esto, les
mira
la
Política como esclavos , que no tie–
nen patria, y que no pueden participar de
las Asambleas de la Nacion. Nuestros ma·
yores hombres Miltiades, Temistocles, y
F 4
Ci-
(r) Por esto decía Platon en su tratado de Leyes,
lib.
1
r.
"Níngun Ciudadano sea vendedor, y mercader, ni volunta–
"riamente, ni por fuerza : ni prívadamente sea hecho criado
,,de alguno, que no lle corresponda igualmente en
la
misma
,,suene, sino es que sea del padre, y la madre, y de aquellos
,,mayare-; en nobleza, 6 de aquellos ancianos, que fueron sier·
tJVOS,
y
viven libres."
Lo
que añade Phocion , que es necesario mirar como escla·
•os
á
los Artesanos, parecerá
á
los Lectores una idea cruel;
pero averiguando su pensamiento, se conocerá
bre~,
y facil–
mente la verdad. Estaba sin
duda
muy instruido Phocion
de
los derechos de la humanidad, para decir que era menestcc
quitar la libertad
á
los Artesanos, y reducirlos
á
la
esclavitud. ·
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