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ENTRETENIMIENTOS
En fin, querido Aristias, cuidad que la
Política no admita al Gobierno del Estado
sino
á
los que poseen alguna herencia. Sola–
mente estos tienen una. patria. Pero para im–
pedir que su ociosidad dañe
á
lJ República,
prohiba una ley severa las f0rtunas escanda–
losas, que corrompen
mas4~
los Ciudadanos
imprudentes que las envidian , que
á
los mis–
mos que las poseen. La medianía de las he·
reacias obliga
á
los propietarios
á
cuidarlas,
y cultivarlas por sí propios; y si se opone
á
esto la costumbre, arranque la República
sus pasiones
á
sus Ciudadanos, multiplican·
do sus obligaciones, y ocupaciones.
L a antigua L acedemonia nos presenta
un exemplar admirable. Ocupados siempre
los hombres en el exercicio de
la
caza , de la
carrern,
y
Ja lucha, se disponían en sus
1nis..
mas diversiones para hacerse intrépidos de–
fensores de la patria. Descansaban de sus
trabajos en una escuela, en que se les enseña
1nenos
á
discurrir
como nosotros
sobre las
virtudes, que
á
practicarlas. Cada edad, y
cada sexó tenia en cada hora sus particulares
ocupaciones. Huía rápidamente el tiempo
para con los Espartanos; y en medio de es–
ta vida siempre trabajosa,
¿
c6mo hallarian
las pasiones, aun
á
pesar de su diligencia,
y
de su destreza, un solo momento para sedu–
cir,
y
corromper un Lacedemonio
?
Has-