DE PHOCIDN.
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servar sus costumbres, jamas permitirán la
invencion de nuevas artes. El que esté ins–
truido del origen ,
y
progreso de ellas , co–
nocerá tal vez la historia de todos nuestros
vicios. A exemplo de los E sp artanos, juz–
garnos qué los
P~\!.,.eblos
civilizan ,por medio
de las buenas leY\!s·,
y
práctica de las virtu–
des, y no por el cúmulo d e superfluidades,
que reprueba la razon,
y
estima el luxó.
Quiso Licurgo, que los Lacedemonios no se .
sirviesen m as que de la segur, y la sierra pa–
ra hacer los muebles de su casa. i Admirable
ley! Obligad aun á los Artesanos
á
que ten–
gan por una especie de groseria las artes in–
útiles, si no quereis que las produzcan
el
gusto, y la vanidad de los ricos. He visto
muchas veces á Platon llorar amargamente
los progresos de
la
Pin~ura
entre nosotros.
Un dia, que
admir~a
en el templo de Mi·
nerva la Derrota de los Gigantes , me acuer–
do con gusto , que me tiró de mi capa, y me
dixo : Os ad rnirará11 estas tonterías: ¿qué ar–
te, qué trabajo , y qué ingenio para
excit~r
una admiracion dañosa? En mi República
está obligado un Pintor ( r) á empezar,
y
acabar su pintura en
el
espacio
de
un día.
.. En
(1)
Me acuerdo h:iber leido en Pl3ton, que queria, que las
pinturas que dedicaban
á
los templos de los Dioses, fuesen he
4
chas en un dia;
y
no concedia mas que cinco
á
los Escqltores
para hacer un túmulo,
y
elevarlo,