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ENTRETENIMIENTOS
en nuestros teatros los papeles de Priamo,
Hércules, Aquiles,
y
Ulises , mientras nin–
guno hay que pueda ser buen Ciudadano en
la plaza pública, ni Magistrado en
el
Sena·
do,
ó
el Areopago.
Es preciso desesperar
(·e
la salud de la
República, si distribuye 1:\s recompensas de
la
virtud
:í
los talentos de un hombre vici0-
so. Temed , mi querido Aristias , estos
fo.
nestos ingenios. Son unos brillantes phós–
phoros, que engañan
á
los caminantes, y los
llevan al precipicio. Buscando las causas de
la
prosperidad ,
ó
de la decadencia de dife–
rentes Repúblicas de la Grecia, siempre ten·
go observado, que
jamas falta un Pueblo
virtuoso
á
dar los talentos, que le son nece..
sarios;
y
que estos son inútiles quando no
les acompai'ía la virtud. ¿Qué ventaja hu–
biera sacado Thebas de Epaminondas, y Pe–
lopidas, si estos hubieran sido avaros, am–
biciosos ,
y
zelosos uno de otro? Debió Ja
Grecia en otro tiempo su salud al pensa–
nliento atrevido, pero sabio de Temistocles,
que aconsejó
á
nuestros padres abandonasen
su Ciudad a Xerxes , transportasen sus
n1u·
geres, viejos,
y
niños
á
Salan1ina,
y
cons–
truyesen una flota con la madera de sus ca·
sas. ¡Oh,
y
qué dicha
fué
para nosotros, que
nuestros padres
s~piesen
sacrificar su interés
particular
á
la fortuna pública! ¿De qué nos
ser-