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ENTRE~ENIM)ENTOS
no nos ha alcanzado Alcibiades , cuyos dis–
cursos engañosos , servian de excusar los
vi~
cios? ¿Y nos han reparado sus talentos de la
carnicería que
h~n
hecho entre nosotros sus
maldades?
Toda la tierra, amado p.ristias, no ofre–
ce mas que una extendida
G
mtura de Ios er–
rores de-la Política: casi siempre se extravía,
siguiendo una falsa gloria. ¿Quantas preoc-U.
p aciones,
y
quantos vicios no hace respeta•
bles? Rards veces emplea los medios pro•
pios para favorecer el amor
á
la gloria: no
se ha comprehendido aun bien quan delica–
do es , quan zeloso de
su~
derechos ,
y
quan–
to manejo pide. La amenaza le irrita,
y
el
temor le apaga en todos los corazones.
¿Quien creerá que las leyes sanguíneas de
Dracon nacieron en medio de un Pueblo
li–
pre,
y
que se quería hacer virtuoso? No nos
hubieran dado mas poder que el de un es•
clavo, si las hubiéramos obedecido por nues–
tra debilidad. Seria muy comun la pena de
muerte, que determina por las menores fal–
tas. ¿Quereis hacer el amor
á
'Ja gloria mas
vivo, y general? Basta la vergiienza para
que
qued~n
castigados Jos cu]pados. Es una
Moral falsa , y guiada por un ciego ,
ó
indis–
creto aborrecimiento
á
los vicios , que
~ to~
dos los confonde: queriendo hacer amar la
virtud, destruye el sentimiento de la huma-
ni-