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ENTRETENIMIENTOS

engrosaron las manos de los Egipcios ,

y

la

n1as acriva N acion se envi1eció en ]a pereza,

que llegó

á

ser su único bien : fué el E stado

acosado alternativamente por la pobreza,

y

el luxó : se enfurecieron sus espíritus,

y

se

trató

á

los Ciudadanos como bestias indómi·

tas ,

á

quienes era forzoso domar ( r) por la

fatiga, ¡Qué espectáculo presentaba el infe–

liz Egi pro! Sin las bienhechoras aguas del

Nilo apenas hubieran podido ser suficientes

las campañas para sustentar sus habitantes.

En medio de estos monumentos, que pare–

cen destinados

á

vivir tanto co1no el

n1un–

do,

y

en que un infeliz Pueblo está conde–

nado

á

ensalzar el orgullo de sus dueños,

¿qué hará un Monarca, si se presenta un ene–

migo extrangero sobre sus fronteras ,

y

quie–

re quitarle la Corona,

y

sus placeres?

i

Qué

brazos armará en su favor?¿ Qué interés ten–

prán en defenderle sus Pueblos á costa de su

sangre, sus gustos,

y

su n1iseria?

En Tiro,

y

Cartago están siempre ocu–

pados Jos Ciudadanos, segun itos cuentan los

viageros; pero los Dioses nos preserven,

ama–

(1 )

No h:i h:ibido Pueblo en la antigüedad, que haya sido

tratado con mas rigor, que lo fueron los Egipcios despues que

renunciaron

la

sabiduría de sus primeros institutos. Dice Aris–

tóteles en su Politica, que los Reyes de Egipto no penetraron

el lago de Meris,

no

fabricaron las pirámides, ni executaron

otras semejantes obras, mas que para oprimir baxo el peso

d~J

trabajo á sus vasallos indóciles

1

cuya inquietud temian, y mas

no teniendo en ellas el menor interés la patria.