DE PHOCION.
Bj
amado Aristias, de imitarlos. Estos Pue–
blos, cuya industria,
y
actividad se nos ala;
ba , han sido los corruptores de las N acio–
nes. Contentas estas con las riquezas, que la
prudente .naturaleza reparte en cada clima,
vivían dichosas, sin vanidad, ni .luxó. Ten–
taron su deseo los Tirios, y Cartagineses: las
atraxeron el gusto
á
cosas raras,
y
exquisi–
tas ,
y
tuvieron la perfidia de hacerlas que
despreciasen los bienes que poseían. iQuan–
tos del iros han hecho cometer, y quanras
infelicidades han producido en la tierra
la
púrpura de Tiro,
y
las galanas superfluida–
des de Cartago
!
Mas no penseis, Aristias,
que estos públicos emponzoñadores se han
libertado de los venenos que preparaban.
No conozco
á
Tiro, ni
á
Cartago; pero me
atrevo
á
asegurar, que son desgraciadas estas
dos Ciudades. El amor al trabajo, que es
gran virtud quando le acompaña la tem–
planza ,
y
sirve con ella de arreglar,
y
repri–
mir nuestras pasiones , es por el contrario en
los Tirios ,
y
Cartagineses obra de la avari–
cia ,
y
mal deseo. Mas crecen estos dos vi–
cios en medio de las riquezas,
y
adquieren
mas fuerza que las <lemas pasiones. No es
propio en estas dos Repúblicas el
~mor
al
trabajo, mas que para humillar
á
sus espíri–
tus,
ó
inspirarles la insolencia : debe de ha–
cer allí mercenarios ,
y
tiranos.
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2
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