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tivo. De este modo ve qu e la controversia en–
tre el mate ri ali smo
y
el espiritualismo es sim–
plemente una g uer ra <l e pal ab ras ,
y
que es
ignalmente absurdo por parte de los comba–
tientes figura rse que comprenden lo que no
pu ede comprende r ningú n hombre . En cual–
qui e ra direc:::ión qu e tome
la investig;.ición
le
ll eva siempre en fr ente ele
lo incognoscz'ble,
mos–
trando más cla ramente cada
vez
la
impos ibili–
dad de comprenderle. Lo in cog:noscibl e le en–
seña
á
la
vez
la magnitud
y
la pequeñez
cié
la intelige ncia humana; su poder en el dominio
de la expe ri encia
y
su impotencia cuando qui e–
re tra spasa rl a. El s::i.b io si ncero sie nte, co n más
fuerza qu e cua!q ui e r otro la inco:11prensibiliclad
compl eta del hecho má-; sencillo considerado
e n sí mi smo; só lo él
ve
que un
cono~imiento
. absoluto es vercladerrimente imposibl<:>,
y
sólo él
sabe
qu e en el fondo de todas las cosas hay un
impenetrabl e mi ste ri o.>> (
1)
H e transc rito, en extenso, los conceptos del
célebre fil ósofo inglés, porque ellos manifiestan,
ma<r ist ral mente, e l es tado de nu es tros conoci-
;::,
mi ento s,
y
un o
d
1
~
los distintirns principales de
la e-;c uela filosófica. ele
la qu e es He rber t
Spencer su más ilu stre represe ntante.
El se<r undo carácter <l e ella se encuentra vir–
tualm e n~e
conteni do e n el primero: de la limi–
tación de nu es tros conocimientos, la filosofía
positiva dema rca en
~us
es tudi os la pa rte que
(r ) B erbert Sp ncer: Los Primeros principi os; . trad . esp.
del Dr. J o
é
A. Irue te, 1887;
y
t/1e
E ssa)'S,
citados por
Ribot en su psicologla ingle;a conternpo ra ne:i.