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c1ones de la razón pura. Así se observa, ca–
da día m;í;.s,
~uan
absmda es la concepció!1
de
los animales-máquinas de Desca rtes,
y
muchos otros prin cipios psicológicos. que aún
subsisten. defendidos por aquel método tra–
dicio:ia l de investigación s ubj e tiva, que se olvi–
da compl etame nt e de la observación biolúgica\
deJ mé todo objetivo.
Sólo tenie ndo en consideración la tenacidad
con que el espíritu se aferra
á
sus tradicion es,
á
la ley de Ja herencia. á la atmósfera en que nació,
y
gue encarna, co n
la poesía enervante del re–
cu e rdo, la historia ele s us a nt epasados; puede ex–
pli ca rse el que cier tos e rrores se sostengan aún
por
mucl~o
ti empo después r1ue ha n siclo conde–
nados definitivamente por ia inteligencia. Tienen
la e ne rgía persistente del cadáver gue palpita
aún, sos.ten ido por una fuerza vege tativa, in–
consc iente y fa tal. Profunda tristeza. mezclada
co n un sen timi e nt o el e simpatía cow.pasiv;:i, se
apodera del ánimo, al considerar los errores
que han serv ido de alime nto intelec tual á
la
huma nid ad por largos siglos,
y
qu e aún subsis–
ten, á pesar de habe rl0s
ya
prese ntado, en to–
das 'st1s abe rraciones, el agudo escalpelo
el~
la
crítica mode rn a.
Rechazando l os antojadizos sistemas dog má–
ticos, res ultado de la combinación de la ig-no
.ran cia con el despotisino; las ciencias natura les
se irguieron, primero,
y
des preciaron los sig–
nos cabalísticos del alquimista
y
las interpreta–
ciones pu eriles del -astrólogo. . ¡Cuan distinta es
la na turaleza observada directamente
y
la cien–
cia que toma por base la realidad para explicar-