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la! De la mi sma mane ra que á la .llamada de

aquella trompeta irresistibl e de qu e nos habla

la epopeya bíblica se re unirá n mi emb ros dis–

pers.os,

hu esos corroidos, ma te ri as pútridas en

u

n organismo real; así, punzados por el a ná li sis

científico, de aquella

in cohe renci a ex travaga n–

te de hechos, leyes

y

teo rí as g rot escas, brota la

ciencia astronómica, ence rra ndo en un proble–

nrn

de mecánica, toci a su ense ñanza,

y

la quími–

ca, resolvi endo en uno s cua ntos prin cip ios si m–

pl es, la aparente complejidad del mun do físico.

Así tambi én hoy, la filosofía positiva. limpia

de todo dogmatismo, intenta introdu cir la

ver–

dad, la claridad, el orden

y

la coordinació n en

Jos fenóme nos del mun do del espíritu; los que

'llltcs, completamente confun didos, trituraba n

la

razó n, convirti é ndol a en un depós ito de pre–

ju icios impotentes. qu e perjudica ban el ade la n–

to de la ciencia filosófica.

La filosofía positiva..

satisfaciendo su pro–

g rama, ofrece á los hombres de estudio, resul–

tados fec undí sirnos en todos los diversos ra–

mo.:; de la ciencia filo sófica; especialmente en

la psicolog ía,

á

la que le ha abierto expléncli–

dos horizontes de ex tensió n infinita; horizon tes

que no hubiera

y

podido ser alca nzados jamás

por

la

antigua e'.;cuela. Hay algo superior aún :

la filosofla positi va ha creado una ciencia, de

inestimable valor, la

Sociología.

¿Quién, sino

es el pad re de la filosofla positiva contempo–

ránea , el gran He rb ert Spencer, ha podido reu–

nir todos aq uellos elementos aislados, todos

aquellos dados inexplicables, todo aquel sabe r

empírico, para pre e ntar luego su concepción

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