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para la salubridad
y
la conservacion de las justas
proporciones del aire. Los vientos impetuosos de
un extremo al otro de la tierra confunden los le–
chos atmosféricos
y
hacen uniforme su constitucion
QU
todos tiempos, lugares,
y
en todas las altUl'as.
En fin, puede agregarse á todas estas razones,
que el desórden aparente de algunas partes de
la
n aturaleza puede ser útil para hacer sobresalir el
órden
y
la belleza de otras: esos desórdenes son
á
manera de las sombras necesarias para la hermo–
sura de un cuadro.
Si se no3 afrontan los
di
versos accidentes del
mundo físico. especialmente bajo el aspecto de los
males que hacen sufrir
á
la humanidad, nuestra
respuesta sería la misma que ha precedido. Pode–
mos no obstante agregar lo siguiente para los ca–
sos de muerte. Las sustancias mortíferas, las cau–
sas de destruccion de toda clase, deben contarse en
el número de los principios de muerte que corres–
ponden á la condicion mortal de nuestra vida, con–
siderada como situacion de prueba
y
de transicion,
sobrellevando el carácter de un estado de caída y de
dolor. Morir por una enfermedad y de muerte natural,
ó
morir por accidente bajo la mordedura de un ani–
mal feroz, por efecto de una sustancia venenosa,
es, en todo caso, pagar el tribnto impuesto á todos
los mortales.
Por todas estas consideraciones es preciso con–
cluir que es falso afirma1· que se observan en el
mundo físico desórdenes incompatibles con la pro-
videncia. infinitamente perfecta.
.
Tercera objecion.-((La
imperfeccion y la des1-
• gualdad de perfeccion que se observa en las cría–
«
turas deben considerarse como un mal, en el sen·
" tido de que ellas son la privacion de un bien Y
«
constituyen
á
un gran número de seres en estado
«
de inferioridad, que si no existiera, demostraría
~
qut el mundo estaba gobernado por un Dios justo