.
.
-
66 -
H3 a1uí otra
ré~Jlica.-~Un
padre que diese á su
«
hijo
un:i. arma, con la cual preveyese con cer–
«
tidumbre que abus:1ria en su propio daño, no se·
«
ria un buen padre; luego del mismo modo, Dios,
«
da.ndo al hombre
la
libertad cuyo abuso preveyó;
6
no es verdaderamente bueno.11
Este ejemplo es inexacto.
Al
punto de vista en
que tratamos la cuestion hay muchas diferencias
esenciales entre Dios
y
un padre.
l.
0
Dios sobera·
no árbitro de la condicion humana fija libremente
el grado de perfeccion y las ventajas que el acuerda
á sus criaturas, en tanto que un p11dre es tan cria–
tura como su hijo,
y
como tal está sometido á la ley
natural que no es otra que la voluntad de Dios, ley
que le impone como imprescindible deber el de vi· .
gilar por la salud de su hijo. 2.
0
En el caso del pa·
dre no puede haber ninguna razon ni buena inten·
cion, en tanto que de parte de Dios se trata de la
institucion de todo un órden de cosas y de la crea·
cion de los seres morales en las condiciones que in·
cumbe á esta naturaleza de seres, los cuales pueden
conciliarse con la bond,td de Dios, como ya se
ha.
explicado anteriormente. 3.º Es preciso no perder
de vista, segun la observacion del mismo Bayle, en
sus
OBRAS,
que nuestras ideas naturales no pueden
ser la medida comun de la bondad divina y la bon·
dad humana, porqt1e no hay proporcion posible en·
tre el finito y el infinito,
y
porque, lo que parecería
~ncompatible
con la bondad del hombre podría
de~
Jar ?e serlo con la bondad de Dios, aunque nuestros
débiles alcances no lo percibiesen. Nosotros sabe·
mos, aun entre los hombres, apreciar de diversos
modos la bondad, segun las diferencias de las con·
diciones, por ejemplo, la de
un
padre,
un
juez,
un
mandatario.
Tal
soberano, bueno como hombxe
priv,tdo, no es
un
buen j t'fe del E stado si es débil
é
iw~..i.p3.z,
por el contrario es un soberano malo
y
da·
ños0-
al
país.