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bre privado de la libertad y reducido, por consi–
guiente, á un estado que el mismo no puede ima–
ginar respecto de la naturaleza humana, es de–
cir, ámenos de suponerle sin las condiciones de la
humanidad, es preciso i·econocn que la existencia
del mal moral sobre la tierra puede conciliarse con
la existencia de un Dios infinitamente perfecto.–
«
Murmurar de que Dios no haya impedido
á
la
'' especie humana hacer el mal, ha dicho Rousseau
11
en el "Emilio,,, es murmurar de que la haya hecho
11
de una naturaleza exelentente, de que él haya
11
puesto en las acciones humanas la moralidad que
'' las ennoblece, de que él le haya dado el derecho
«
á
la virtud. ¿La potencia divina podia poner la
<<
contradiccion en nuestra naturaleza, premiando
«
por el bien al que no pudiese hacer el mal? Qué!
«
Para impedir que el hombre sea malo, sería mas
«
conveniente reducirle la razon
á
instinto y con–
«
vertirlo en
bestia?~
Segunda objecion.-«Lo
que se ha previsto que
G
poclria llegar á ser un mal en sus resultados, no
<<
puede venir ele un principio soberanamente bue–
«
no; y como Dios al dar al hombre la libertad ha
11
previsto que él abusaría; luego la libertad, tal co–
«
mo existe en la humanidad, esto es, con el abuso,
«
ó
el mal moral, previsto por Dios, no puede con–
«
ciliarse con su bondad.»
Ciertamente lo que se prevee que puede llegar á
ser un mal en sus resultados
por sn naturaleza
y
segun
la
intencion
del que acuerda esos medios, no
puede venir de un principio soberanamente bueno;
perono-sucede lo mismo, si el mal resulta dél
maluso
de aquellos medios por parte del que los recibe. La
libertad, aun cuando se prevea
el
abuso, no dLja de
ser un beneficio, puesto que, siendo en sí mis–
ma buena, puede ser
útil
y con
tal
objeto, se nos
ha dado. El abuso de una cosa no altera su na–
turaleza.
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