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posible; por consiguiente. deduciendo los males de

los bienes, el hombre siempre es deudor á la bondad

de Dios.

Segunda

objecion.-~Si

el mundo estuviese' gober–

nado por la l'rovidencia de un Dios infinitamente

perfecto, todo llevaría el tipo de las perfecciones

de Dios; pero es un hecho que se observa, al con–

trario, por todas partes del mundo físico una infi–

nidad de desórdenes y de males que arguyen una

falta de sabiduría y de bondad en el autor de la na–

turaleza; por ejemplo, hay sobre la tierra animales

malignos y plantas venenosas, monstruos, inun–

daciones, ten-emotos y huracanes devastadores,

que llevan de todos lados la ruina y la desolacion:

luego el mundo no está gobernado por la providen–

cia de un Dios infinitamente perfecto.»

Desde luego, de que no comprendamos la utili–

dad de ciertas partes del universo

y

de que por esto

nos parezca notar en él una falta de sabiduría, no

tenemos el derecho de conclufr que no sea la obra

de un ser infinitamente perfecto, como no tendría–

mos el derecho de afirmar, que una de tantas ma–

ravillosas máquinas, que hacen alto honor al genio

inventivo de nuestra época, no es la obra de un há–

bil obrero porque no comprendiésemos la utilidad

de ciertas partes de su mecanismo. En uno

y

otro

caso la única conclusion razonable es la ceguedad

de nuestra ignorancia.

Por otra parte, para comprend§r la razon de las

diversas pal'tes que componen e1 universo, es pre–

ciso colocarse

en el punto de vista. del c071junto.

Tal

pieza aislada que parece inútil ó perjudicial, será

juzgada de una incontestable utilidad .si se la pone

en relacion con el todo. Muy fácil es demostrar que

los seres que llamamos malignos, porque no los con–

sideramos mas que bajo de un punto de vista, tie–

nen su género de utilidad en Ja naturaleza. Sin los

animales carnívoros ¿cuantos i·eptiles é insectos de