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primiendo una ó varias obras en diferentes luga·
res
y
á
veces en un mismo af'ío.
Conviene indicar aquí las varias particularida·
des y modificaciones que han venido introducién–
dose en las ediciones posteriores á las de los cua·
tro primeros lustros que han seguido al descubri–
miento de la Imprenta. El prurito de los invento–
res de este arte y de los que han seguido en ese
espacio de tiempo, en querer imitar fielmente los
manuscritos de los copistas de esa época, para
que el vulgo creyera que esas ediciones produci·
das pur ellos tipográficamente, eran otras tantas
cópias hechas
á
mano, ha sido la causa de que du.
rante estos veinte af'íos no se haya introducido
ninguna innovación ni mejora en la Tipografía, ni
en la forma de los caracteres, ni en el conjunto de
la confección de esas ediciones.
Poco después de ese lapso de tiemp.o. habiendo
llegado al fin la Imprenta á ser del dominio públi·
co, y habiéndose establecido una fuerte competen–
cía entre los muchos establecimientos tipográficos
implantados en las di ve
rsas ciudades
y
pueblos
de Europa, el arte de la
Impren.taha ido perfec–
cionándose á pasos ajiga
ntados, tanto en la belle–
za de Jos caracteres cuanto en la nitidez de la im·
presión de los libros.
Bautista de Tortís, Nicolás Jens6n y Aldo Ma–
nuci.o, los tres impresores de Venecia, han sido
los reformadores de los caracteres: el primero,
sustituyendo el antiguo
gótico monástico
ó
letra de
forma ,
con el llamado
letra de suma
ó
ronde,
que
obtuvo tal ace ptación, que los libros impresos con
este car acter se denominaron
únprtsioncs de Tort{sj
el segundo, introduciendo una innovación radical
en la forma de las le
tras deimprenta, inventando
el ·elegante caracter
rom.moó
redondo,
que es
mb