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Manípulus Curatorum,

en París,

y

Juvenalú,

en

Lyon; en

1491,

Le Trésor de Sapienct

de Gersón

y

la

Mer des Hz'stoires,

en París; en

l492,

los

Misales

Meldense

y

Ruthomagence

y

el

Breviarum magnum

Pa;risiense,

en París; en

1493,

La Légende dorée

de

Juan de Vignay, en Paris; en

1494,

Lu Lunettes

des Princes

de

1

uan Meschinot y

Le Roman de la

R'Ose,

en París; y finalmente en

1495,

la

Cróm'ca

de

1

uan Froissard, en París, y las

Decreta/es

de Angel

Car'ario, en Lyon. Es opinión de varios autores,

que

1

uan Du Pré dió á luz, en los dos talleres que

tenía establecidos en París y en Lyon, más de

ochenta obras diferentes, sobresaliendo todas por

el esmero y nitidez con que fueron ejecutadas.

En

1485

Jacobo Suigus de San Germano se en- •

contraba imprimiendo en Verceil, en la antig-ua

Galia Transpadana, la obra de Nicolás de Auxino

intitulada

Suppl. sum Pisan,

y

al añp siguiente lo ha·

liamos en Chivasso, cerca de Milan, ocupado en

la impresión de la

Summa

de Angel Chavasio.

Finalmente, el notable impresor Meynardo Un·

gut, que estuvo establecido varios afios en Sevilla,

trasladó en

1492

parte de su imprenta

á

Granada,

que recien P..abía sido conquistada á los Moros,

con el exclusivo objeto de impdmir allí algunas

obras, siendo la principal la

Víta Christz'

de Fran–

cisco 1imenez, que fué la primera que se dió á luz

en esa ciudad: terminado este cometido que le

había sido encomendado por el primer Arzobispo

de Granada, que lo fué Fr. Fernando de Talavera,

á cuyas expensas se hizo la referida edición de la

V

z'da de Crz'sto,

regresó Ungut á Sevilla, llevándo–

se otra vez sus materiales de imprenta.

Algunos otros casos pudiéramos citar aún para

manifestar la facilidad con que los impresores de

esa época trasladaban sus materiales tipográficos

de una población á otra; pero basta el haber hecho

mención de estos pocos, para justificar la razón

por la cual un0s mismos impresores aparecen im·