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, GLORIA
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Gustaba también d(;l pasear por el pueblo,.. ha-
. cia la mar, bajando casi siempre
á
la playa y
al muelle,
y
deteniéndose infaliblemente
á
ver
~
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,/ llegar las lanchas pescadoflls, cuya 'vuelta al
abrígo le producía inefable sensación de pla.:.
-cer, de asomhrQ de ·la bondad- Infinita de
Dios. Sus ojos las buscaban en el horizon te,
las seguían por la
sup~rficie
del mar, y cuan–
do atracaban, tenía gozo especial en ver des- -
embarcar la sardina, la merluza.
-y
eI.,besugo.
Síempre le caueliba admiración que trajesen
.tantos peces, y decía ,
á
los marineros: cCre1
"que no quedab más, después de lo que
~rá
jisteis ayer. ¡Bendito sea Dios, que
no
deja
morir
á
lo~
pobres!» _
.. -
Le
agradaba la: m"Úsica, cualquiera que fue–
se, sin distinción de escuelas. No entendía de
..,.
bu~na
ó mala música. Para él toda
er~
bue-
na, y siempre 'que su sobrina tocaba erpiano,
oía.lacon placer,
y
aun con cierto respeto,
porque_aquel precipitado correr de los dedos
sobre las teclas 1e parecía el colmo de las
habilidades humanas. Pegábansele al oído
aquellos ritmos,
y
por
l ~s
mañanas, cuando
bajaba al jardín, después de decir misa en la
Abadía ó en la capilla, solía
ta,l'areal~
entre
dientes algún cantorrio sin principio ni fin .
Pero su principal gusto consistía en departir
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