GLORIA.
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,
.
nos consuele
á
todos... Ella ·entrará en ese
a~orrecido
convento, más triste que ]a sepul–
tura, porque en él se vive... No la veré más,
no veré .tampoco
á
mi hijo, porque será escon–
dido
de mí,
como se esconde del ladrón
la
joya.
Crecerá y le veré algún día sin _conocer–
le... Le ensefíarán
á
maldecir mi nbmbre
y
mi
sflDgre •••
¿Y
CÓtllO
se evita esto, cómo? ¡Si pu–
diera evitarse dando la vida!. .. No: no
se evi–
tará con cien _vidas, sino con una palabra bre–
ve,
COU10
las que
á
todas horas pronuncian
nuestros labios; pero que encierra una idea,
todas las ideas
y
el universo
y
la vida fu–
tura.-
Después
de
breve pausa, añadió:
e
Soy un miserable si no digo esa palabra,
si
no la digo clara, leal, sin impostura. Lo pi–
de
á
gritos cuanto hay en mi de sentimiento
y.
piedad. Soy un miserable si no digo esa
pa–
labra, si no cierro los ojos
á
todo,
á
mi histo·
ría,
á
mi raza,
á
mi culto,
á
mi
familia,
y me
arrojo en brazos de la infame secta que abo–
rrezco, de esa secta que; sin duda, no es tan
mala como yo creo, porque
á
ella pertenece la
que reina en mi corazón.»
Oprimióse la frente con 11mbas manos, como
si ulsiera sujetar una ides. que
se
le
esc~paba,
y
tener aqnel remolino horrible de su pen -