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B .
PÉBEZ
GALDÓS
bría nombre baStante
:vil
en J;Jinguna
lengtfa
p"ara
vituperarme. Merezco morir
y
ser devo–
rado .por los perros, sin que jamás mi cuer–
po disfrute
el
descanso del" sepulcrQ•..
Nadie
arrancará de
mí
esta convicción profunda,
que
mete su
r~íz
h asta
lo
más. hondo de
mi
pecho.
Esto es
.la
evidencia, la verdad pura.....
"Al
llegar' aquf, subía
la
marea,
y
una
ola
extendió su lengua bordada de espuma sobré
la
aren~a,
""mojando los pies del pensativo.
Re- "
tiróse .en tonces,
subió al
Acantilado,
y
artoja–
do so.bre las pefias, dijo
así:
cNo,
no es posible que Dios
yla
justicia es–
tén en desacuerdo. No puedo 'imaginar
que
para ser fiel
á
un compromiso del corazón ne–
cesite yo ser"
apóstata.
Aquí
lyty
algo
que mi
inteligencia limitada ' no puede penetrar;
hay,
sin duda, un resorte mistei'ioso,
y
es preciso
"que yo lo busque
y
-lo toque, porque esto ha
de tener
solución~
porque lo absurdo no puede
"prevalecer. ¡Ohl Dios mío, dame luz, dime
dónde está la salida de este horrible laberinto,
muéstrame un resquicio, pues salida ó hendi–
dura ha de haber. Si
110
la h ubiere, ¡oh, sobe–
rano Dios! todo, .empezando por
tí,
debería
ser
~egado,
y esto no puede ser...
:t¿Pero cuál es, en realidad, mi pena roje to
en religión?
¿Qué
pienso, qué creo yo?
OOD-