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·

'

212

B .

PÉBEZ

GALDÓS

bría nombre baStante

:vil

en J;Jinguna

lengtfa

p"ara

vituperarme. Merezco morir

y

ser devo–

rado .por los perros, sin que jamás mi cuer–

po disfrute

el

descanso del" sepulcrQ•..

Nadie

arrancará de

esta convicción profunda,

que

mete su

r~íz

h asta

lo

más. hondo de

mi

pecho.

Esto es

.la

evidencia, la verdad pura.....

"Al

llegar' aquf, subía

la

marea,

y

una

ola

extendió su lengua bordada de espuma sobré

la

aren~a,

""mojando los pies del pensativo.

Re- "

tiróse .en tonces,

subió al

Acantilado,

y

artoja–

do so.bre las pefias, dijo

así:

cNo,

no es posible que Dios

yla

justicia es–

tén en desacuerdo. No puedo 'imaginar

que

para ser fiel

á

un compromiso del corazón ne–

cesite yo ser"

apóstata.

Aquí

lyty

algo

que mi

inteligencia limitada ' no puede penetrar;

hay,

sin duda, un resorte mistei'ioso,

y

es preciso

"que yo lo busque

y

-lo toque, porque esto ha

de tener

solución~

porque lo absurdo no puede

"prevalecer. ¡Ohl Dios mío, dame luz, dime

dónde está la salida de este horrible laberinto,

muéstrame un resquicio, pues salida ó hendi–

dura ha de haber. Si

110

la h ubiere, ¡oh, sobe–

rano Dios! todo, .empezando por

tí,

debería

ser

~egado,

y esto no puede ser...

:t¿Pero cuál es, en realidad, mi pena roje to

en religión?

¿Qué

pienso, qué creo yo?

OOD-