GLORIA
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ciencia, muéstr,ame lo que tienes más oculto,
tu voz m'ás recóndita; lo -que es aún menos que
voz" Un susurro que 'apenas oigo yo )llismo...
¿Qué creo yo? '¿Creo acaso que mi religión es
la única en que los hombres pueden 'salvarse, ,
la única que contiene las verdades
~eternas?
No: felizmente sé remontar mi espíritu por
encima de todos los cultos, y puedo velO
~
nii
Dios, el Dios único, el grande, el terrible, el
amoroso, el legislador, extendiéndose sobre
todas las almas
y
presidiéndolas con la sonri-
....
~a
de su bondad infinita desde el centro de
toda substancia. Entonces, miserable, ¿qué te
detiene? ¿No hallas en el cristianismo las ver–
dades eternas?
E~isten,
sÍ; ,pero desfiguradas
y
adulterad8:s ... No: no puedo inclinarme
á
contemporizar con una yuxtaposición
in~til,
con la destrucción de la sencillez, con una fe
que poco
ó
nada ha ensetiado al mundo. Abo–
rrezco esa idea con todas las fuerzas de mi
alma;
y
todo el odio 'venenoso que esa secta
alienta contra mí, se lo devuelvo centuplica–
do. No lo puedo remediar: lo he mamado con
la leche; lo traigo encendido en mis entl'afias
desde el vientre de mi madre, y mi espíritu lo
trajo también desde la ' nada . Si cuando mi
espíritu se eleva á la contemplación de la esen-
da
primera, soy tolerante, expausivo
y
gene-