GLORIA'
303
me dijiste:
e
apártate, que estoy maldito ,de
I
"
Dios
y
de 10f!-hombres?, "
-¡A qué demencia te llev'B tu fanatismol–
dijo Daniel, contemplándola . con expresión
compasiva__-Acúsame de hl!:berte ocultado la
verdad; pero no injpries.
á
mi desgraciada raza,
ni
part~cipes
de un -odio vulgar, indigno de
tí.
-Si
es verdad lo que me has
dic~o,
¿por
"qué no tuviste mala apariencia,. como tienes
mala religión? ¿Por qué n.o fueron horribles
tus acciones, tus palabras
y
tu persona, como
.10
es tu 'creencia? ¡Impostor, .cien veces iIIi- .
postorl
.
.
. -Gloria, amiga de ·mi vida, no hables así.
Tus injurias me matan.
-¿Por qué me has engafiado, por qué con–
sentiste que te quisiera, sabiendo que debía–
mos estar eternamente separados?-interrogó
.ella con el desvarío de quÍen va
á"
perder
la
razón.
-Dime,
¿por qué consentiste que te
amara?
~
.
.
-Porque te amaba yo. Es veraad que pro–
cedí
m.al; pero ta1.:llbién cono_oí
mi
falt a,
y
viendo venir imponente y' amenazador el con–
flicto religioso, de mi partió
la
idea de separar–
nos y te lo propuse.
Mi
pensamiento no podía
ser
más
honrado.
-Sí;
pero
dtspués
vol viste.