XXXVII
~-:
I
Al
fin se supo.
Gloria sintió frío en el cuerpo
y
en el alma• .
Volvía lentamente
á
la normalidad de s"u espí–
ritu. Cuando dh'igió la primer mirada
á
su .
conciencia, se horrorizó. Todo era negro
y
eA–
pantoso. Cuando trajo á la memoria su fami–
lia, su nombre, creyóse abandonada de
Dios
y
de
los hombres. ;
e
¡Daniel, Daniel! . ¿Dónde estás? preguntó
cerrando los ojos y
ala~'gando .
la mano como
si
pidiera socorro.
Mortoll la estrechó entre sus brazos.
,
cAquf-dij,o,-á tu lado, del cual no ,me
se-
pararé jamás.
_
-¡Qué
loc~ras
piensas
I
Debes ,huir;
pero
por Dios, no me dejes ahora.
yo
muero•
.. -Ahora-afirmó Daniel
con
energía,-na–
die, nadie me arrancará de tu lado.
-Mi
padre•.•-murmuró
ella.
~No
me importa.
-Mi
religión ..
:-~
El extranjero calló, hundienqo la cabeza
sobre
el
pecho.