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/'
GLORIA.
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•
J
. c¡Daniel, Daniell-clamó la joven llena de
congoja.-¿Qué
tiebes?~
Morton no contestaba. Gloria puso
tút-
mano
en la barba de él, tratando de obligarle
á
alzar
la cabeza.
eHas pronunciado la palabra terrible; ya no
me acordaba de ella-murmuró ef extranjero.
-Has helado
l~
sangre en mis' venas, has
hecho saltar mi corazón como si hubieras dado
Bobre él un latig_azo.
-¿Por
qué
te espa.ntas .ási?-dijo la de Lan–
,igua espantándose- taínbién.":-Daniel, am.igo
de ini alma, no aumentes el abismo que' nos
separa; al
contr~rio,
tratemos de lIen.arlo.,
-¿Cómo?
,/
-Hagamos
UD
esfuerzo: reunamos nuestras
creencias en una sola; reconciliernos nuestras \
conciencias. ¿No han cO,ncordado ya en el
pe- /
cado?
Pues
hagámoslas una en el bien, en la
verdad. Daniel, examinemos_bien' lo que nos
separa, /y se verá que la distancia entre los' dos
D9
puede ser ,grande.
.
-Ante el que hizo los cielos y la tierra, no;
pero ante los hombres, es inmensa•.•
-¡Dios mior-exclamó ella bafiado el ros–
tro en lágrimas.-¿No
~abrá
para 'nosotros .
misericordia?
- Querido amor mío,
esposa-~ijo
él tibra-
1 l' I