GLORIA.
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-Que .yo también tengo familia, padres" ,
nombre
l
fama,
y
aunque sin patria común, '
nos la formamos en nuestros
h~gare8
y en la
santa ley en que 'nacemos
y
morimos.'_Desde
mis remotos abuelos, que eran de Córdoba
y
fueron expulsados de Espada por una
l.eyini–
cua, hasta el presente y en todas estas sucesi- '"
vas generaciones de honraaoB israelitas ,que
constituyen mi familia, ni uno solo
ha
abju-,
rado la ley. '. ,
-¡Ni
u~o
solol-dijo Gloria con amargo
desconsuelo ", -¿Y crees que gozan de Dios?
.
- -Los que fueron buenos, como lo es mi \
, padre, gozará de EI .por los,siglos, de 19s siglos
-afirmó Daniel con el acento 'de una convic–
ción
profunda. - No, no llenaréis con nosotros'
vuestro horrible Infierno cristiano.
-~iempre
me he resistido
á
cre~r
en
el In–
fierno-dijo Gloria con el espanto pintado en
8US
()josj-~as
ahora se me figura' que existe
sólo para mi esa caverna llena de llamas. ¡Oh,
qué horrible confusión en mis ideasl Si no hay
I nfierno, para nosotros dos, para
tí
y para
mí
solos creará Dios uno
l
DanieL .• Pero no: 'yo
me salvaré
y
te
salvaré.
Merezco arder en
el
eterno fuego
si
no
te
salvo.• • Daniel, Daniel,
a bre tus ojos, ven
á
mí.
-Del modo que
tú
quieres que vaya, es
,/
,
,
•