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311
-¡Oh, no mezcles el noÍnbre de
.DiQS
á -'
esto••. no lo mezclesl . ' ,'
.
~
y
o digo: «¡Tu justicia; cómo IQs mon:tes;
tus juicios, abismo grande, oh ·Jeho.vál .. ,
Obra de ,Dios es este cOI)flicto supremo. El
amor vivísimo que
á
entrambos nos inflama,
, obra suya es. Maldigamos ..
~
pero ¿á -quién he–
ID,OS
de maldecir?
1\
Dios 'no es posible;
á
nuestro amor tampoco... Maldigamos
á
las '
edades de quienes esto es obra
p~rversa.
, -Maldice
á
tu raza, que sacrificanqo á Je–
sús, se imposibilitó para la redención .. •-dijo
Gloria con brío.-No creo en tu confesión,
porque tu alma está
á
obscuras . .Huye de mí.
El mismo amor que te tengo,
y
que
n~
PU&
do vencer,
~umenta
mi horror.
-¡Oh, Gloria, Gloria!..-;exclamó lleno d(,
dolor efhebreo,-no consientas en ser inferior
á
lilí,
porque yo aborrezco el catolicismo
y
á
tí
te venero; porque sé distinguir entre tü falsa '
creencia, que desprecio,
y
tú misma,
á
quien
pongo sobre todas las cosas de la tierra. En tre
los ángeles de la luz has sido escogida. Me
glorío en
tí ,
y
si fueras mi esposa, ninguna
mujer exis tiría en la tierra, ni más venerada,
ni más amada.
- ¡Yo
tu esposa, tu esposa
yo..
.I
¿Qué di–
ces?-gimió la de Lantigua.-¡Yo también so-