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colonies americanas a princi–

pios del siglo XVII, no obstante

la introduccion de la imprenta,

importacion de libros y funda–

cion de universidades. Las In–

dios -dice- estan «casi en el

Estado en que antes estaban.

No hay quien en ellas busque

ni quiera nada mas que Plata y

Oro, o cosa que luego lo valga .

No se apetece en Espana otra

cosa de las Indios. El que mas

presto enriquece es tenido por

el mas docto, entendido y cu–

rioso. La Filosoffa Natural no ha

pasado a investigar sus secretos.

La Medicine apenas ha tocado

sus Ifmites. La Astronomfa no ha

visto su cielo ni reconocido sus

astros. Ni la Geograffa excedi–

do los linderos de su Continente.

Con que estas materias se ha-

Joyas de la Biblioteca

DON ANTONIO DE LE6N PINELO

(1596-1660)

Y SU OBRA

«El

PARAfSO EN EL NUEVO MUNDO»

(1650)

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llan tan ignoradas que solo se

saben las que por muy notorias

no se hon podido encubrim. Los

nombres de Oviedo, de Acosta,

de Cobo habfan comenzado,

sin embargo, a desentranar el

coos americano.

En lo economico insinua tam–

bien una acertada crftica del

regimen comercial espanol: «De

Portugal como hemos dicho se

llevara coda ano otro millon

a la India y por ella de una en

otra Feria va a parer a la Chi–

na. El mismo camino hacen los

millones que nos quitan los Ex–

trangeros, Genoveses, ltalianos,

Flamencos, lngleses, Franceses

y Alemanes que son los sangui–

juelas de nuestra sangren. Ha–

blando de la mita parece que

fuese contrario a ella, pero no

arriesga opinion «La Justicia de

este repartimiento -dice- con

los danos y conveniencias que

ha tenido, es materia muy largo

y sobre la que hay escripto mu–

cho, que con sumo erudicion,

ciencia y experiencia junto y

dispuso el Doctor Don Juan de

Solorzano Pereyra y asf baste

decir que con las condiciones

que entonces se pusieron fue

aprobado por theologos y ju–

ristas y confirmado por el Rey y

que haste ahora se egecuta,

no disputo si es justificado o no

porque no lo pide mi intelec–

to; y donde tanta plume se ha

ocupado no es necesario que

se atreva la mfan. Timidez, aco–

modo, eclecticismo: es la posi–

cion usual de Leon Pinelo. No

se crea tampoco que romperfa

una lanza por los indios quien

refuto a Las Casas en su

Trata–

do de Confirmaciones,

y repite

que «son por naturaleza siervos

como dice el Filosofon (II , 5), y

asegura que los Europeos son

los hombres mas perfectas del

Orbe (II , 6) .

Algunos errores, mas de epo–

ca que individuales, contiene

la obra de Pinelo; tales como

el de creer que los gallinazos

eran las aves guaneras, o aun

que el guano no era un produc–

to animal sino tierra: «Llamanle

guano, que es lo mismo que es–

tiercol, no por serlo de pajaros,

como algunos piensan, sino por

su admirable virtud para fertilizer

las tierras en que se derrama ...

Y aunque como hemos dicho

hay quien afirma que aquellas

Islas se aumentan con los excre–

mentos de las aves, nose duda

que lo que de ellas se saca es

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