

se la obra de Pinelo como una
epopeya erudita y por su visio–
narismo retrospectivo como un
libro profetico al reves.
La falta de vuelo imaginativo
y la insensibilidad profesional
de Leon Pinelo, la densidad de
su prosa burocr6tica, no exclu–
yen tampoco algunas expan–
siones subjetivas, muy cortas,
de car6cter nost61gico o sen–
timental. Entre estas se hallan
algunos recuerdos persona–
les de su estada en America
y en general su exaltacion de
todo lo extraordinario o «pe–
regrino» del Nuevo Mundo. La
mejor p6gina de Leon Pinelo
en este sentido es su elogio de
la Region Equinoccial , consi–
der6ndola como el sitio m6s
digno del Parafso, en que se
deja llevar inusitadamente de
su entusiasmo lfrico . «Es el sitio
de la Equinoccial - dice- don–
de quiera que se considere, el
m6s calificado y preheminen–
te por naturaleza de todos los
del Mundo. En el nose mudan
los tiempos , son siempre igua–
les los dfas y las noches, ellas
con la frescura que basta, ellos
con el color que conserva el
perpetuo berdor de las plan–
tas , en continua hermosura
los campos, sin que el frio los
marchite ni el rigor los agos–
te. Antes en eterno Verano y
nunca acabada Primavera son
Retratos todo el ano del Terre–
nal Parafso : que sin milagro ni
cuidado especial de la divina
Providencia con solo fiar la cul –
tura de los Arboles al tiempo, lo
arom6tico de las Flores al Ayre,
lo util de los Frutos a la Tierra,
pudo en aquella mediante
las repetidas aguas y suaves
Joyas de la Biblioteca
D ON A NTONIO DE l E6N PINELO (
1596 - 1660)
Y SU OBRA
«fa
PARAISO EN EL NUEVO MUNDO)) (
1650)
No son los andenes
o terrazas,
ni los caminos de
/os
incas,
o
la gran
ca/zada
de los
aztecas
lo que
mas
admiraron los europeos. Es la planificaci6n de ciudades enteras toque
/es
deslumbra. En esta
imagen, tres signos de sorpresa: silos para guardar alimentos, navegaci6n con
ve/as
y
balsas,
y
ciudades, muchas ciudades. Yde usos multiples, para comerciar, guerrear, festejar
o
/lorar.
vientos que la fertilizan y tiem–
plan lo ard iente del Sol para
que no abrase, permanecer
ameno largos anos, y conser–
varse deleitoso prolijas edades.
3Que lugar mas propio para el
Parafso que donde la hermo–
sura la amenidad , el temple y
los tiempos son siempre unos y
siempre buenos? 3Donde en
los Arboles concurren Flores y
Frutos cayendo las hojas viejas
y caducas quando ya las nue-
bas y tiernas bisten los troncos
despojandose los Prados de su
hermosura sin perderla? Pues
quando la hierba mas por la
duracion que por el tiempo
se
ago~ ta
para su multiplico,
ya la que le sucede hallo tan
crecida que ni se conoce la
que muere ni se sabe la que
nace». Son escasos estos tras–
portes en la prosa de Leon Pi–
nelo. Su temperamento elude
las efusiones
y
los desvarfos ilo-
97