Libro Segundo
Comprueba el autor lo que ha dicho con
los historiadores españoles
Capítulo X
«Pusieron en buenas costumbres a todos sus súbditos
y diéronles orden para que vistiesen y trajesen ojotas
en lugar de zapatos, que son como albarcas. Tenían
gran cuenta con la inmortalidad del ánima y con otros
secretos de naturaleza. Creían que había
hacedor de las cosas, y al Sol tenían
por Dios soberano, al cual hicieron
grandes templos. Yengañados del
demonio, adoraban en árboles y en pie–
dras, como los gentiles. En los templos
principales tenían gran cantidad de vír–
gines muy hermosas, conforme a las que
hubo en Roma en el templo de Vesta, y
casi guardaban los mismos estatutos que
ellas. En los ejércitos escogían capitanes
valerosos y los más fieles que podían. Tuvieron
grandes mañas para, sin guerra, hacer de los ene–
migos amigos. Y a los que se levantaban castigaban
con gran severidad y no poca crueldad. Ypues (como
digo) tengo hecho libro destos Ingas, basta lo dicho
para que los que leyeren este libro entiendan lo que
fueron estos Reyes y lo mucho que valieron, y con
todo volveré a mi camino».
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