En aquella época llenábamo ha ta do cientas personas,
pero de todas manera ruvimo que cerrar. Buscamo un nuevo
local má abajo para hacer El Paraí o
ll.
Bu camas un local
más bonito, pero ya la gente no entraba com antes, no iba
bien el local, o la regu lar. Pero todo cambió cuando hubo
una pelea en el local. Mi papá fue a detener la pelea, pero
como tenía la mano vendada lo empuj aron y se fue de cerebro,
fue tan fuerte el go lpe que quedó e n e tad o de coma. Lo
poquito que teníamo en ahorro lo invertim en curar a
nuestro papá. Ya no teníamos dinero ni nada, la peña ya no
fun c ionaba, pero entonce ll egó la ca rava na Prodi a r a
Arequipa. Ahí el sobrino de Samuel Dolores no dijo que su
tío quería hacerno grabar, a í que decidimos cerrar la peña,
vendimos todo y mi hermana, mi mamá y yo nos vinimo a
Lima a «bu cama la vida», como se dice.
Ya en Lima mi mamá no dice: «Vamos a ver cómo tocan
los que on de Lima, para que aprenda a tocar como ellos».
En esa época estaban Elmer de la C ruz, Do ris Ferrer, Anita
Santibáñez, Só imo Sacramento. Llegamo al local del evento
de Prodi ar. Como no teníamo mucha plata, no rebajaron
la entrada. Ahí mi mamá le dice al representante: «Mi hijita
toca el arpa». Nadie le creía. Así, esperamos hasta el amanecer
para hacerme la prueba, yo estaba muy nerviosa, no sabía i
iba a tocar bien el arpa. Entonce me h icieron tocar el arpa y
e quedaron o rprendido al ver que lo hacía bien. De ahí fue
que comenzaron a llamarme para la caravana Prodi ar. E to
fue alrededor del año 1999.
Ante yo había venido a Lima con un evento organi zado
por Fernando Dámaso, en un e pectáculo que era un mano a
mano con una arpista llamada Lidia Porra , una señora de
Oyón . Ahí nos dimos cuenta de que en Lima la escena musical
era diez vece más grande que la que había en Arequipa. Para
el
2000 ya e tábamo instalados en Urna. El eñor amuel
Dolores saca mi primera producción mu ical, en casete. No
no hospedó ni nos dio trabajo, pero sin la motivación de la
grabación no hubiéramos venido a la capital. Cuando llegamo ,
como no teníamo plata, no in talamo en un cuartito por el
centro de Lima. Para ganarno la vida, no fuimos a
La
Parada
a comprar productos comestibles. Cocinábamo y en la tarde
salíamo y vendíamos.
Con la venta de la comida ga nábamo un promedio de 10 a
15 ole por día . De de la mañanita a la noche vendíamos
chanfai nita, comida al pa o. Terminábamos can adas. Como
ca i dos me e estuvimos trabaja ndo en esto de la comida.
Entonce mi mamá decidió ir a los localcitos de la a enida
Abancay, les decía a lo dueños: •Señor, tengo una hij ita que
toca arpa». Igual, nadie le creía, entonce un día un dueño aceptó
hacerme una prueba : «Dos cancione vas a toca r nomá ».
Entonces toqué las dos canciones: «Sigue, sigue», me decía el
dueño. Como media hora terminé tocando. Cuando me bajé,
el eñor estaba tan emocionado, tan contento que me dijo:
V ISIONES DE LA MODERNIDAD DESDE LO CHOLO
Bandera peruana, Miguel Lescano
71