(~
regiones
de
origen
y del alcance de los
canales tradicionales de transmisión, sobre
todo entre
el ptíblico serrano residente en
las ciudades
o
que estaba
en creciente
contacto con
los medios de difusión
masiva.
Así,
algunos de los
intérpretes
andinos empezaron a producir y dirigir
«programas folclóricos• desde los años de
1960 .
Detrás de esta
iniciativa
se
encontraban
muchas
veces
las empresas
disqu eras que buscaban promover sus
ventas, financiando
los espacios radiales
para sus
artistas. Sin
embargo, los mismos
músicos llegaron
progresivamente
a
conseguir financiación
de pequeñas
empresas de sus amigos y paisanos,
con
el
propósito de prodttcir stt s propios
programas radiales para hacer pro–
paganda de sus
actividades arrísricas en
general.
Algunos
de ellos,
convertidos
en
empresarios de
otros
artistas menos
conocidos o
más
jóvenes, usaron
los
programas radiales para promoverlos y
anunciar masivamente los «espectáculos
folclóricos• organizados por ellos. lncl1tSo
se
ha
llegado a 1tSar este recurso de la
difitSión moderna de modo similar al
acostumbrado por los
cantantes
cos–
mopolicas de moda, al propiciar la
creación de «clubes de amigos• y «gntpos
de admiradores» de ciertos artista
serranos,
junto con
la realización de
acrividades
sociales
en
las qtte se
invita
a
la attdiencia
radia~
como
clases de danzas
e
insrmmenros
andinos (Vivanco
1973 :
100-101).
pp. 138 . 139
En cuanto
a la identidad c11lcural,
este fenómeno
mtevo de la popularidad
nacional
que puede adquirir
un cantante
de
la
sierra puede expresar
la
aparición
de referentes comunes
dentro
de la
variedad y diversidad regional que hasta
ahora se
mantiene en
la cultural musical
andina. e rebasan así las barreras locales
y
regionales de
identidad,
aunque per–
sistan las características que
indican
el
lugar de
origen.
p.
140
JOSÉ A TO 10 LLORENS. Mú
ica
popular
en
Lima.
Lima,
lnsrit11to
de
Estudios
Pentanos
e
Instituto
Indigenista
lntemme·
ricano,
1983
70
calamina. A e e local, a esa peña, le pu imo de nombre El
Parai o. Para la inauguración, contratamos artista de la zona,
pero la estrella fuerte de ahí era mi mamá: Julia Quisca. Ahí
comenzó la compete ncia de locale . Lo
locales má antiguo a
vece no saboteaban, los equipo de sonido que contratábamo
ello
los recontrataban y llegaban tarde o fa llaban para nuestro
loca l. Entonce mi mamá comp ró un equipo de anido a plazo .
Te níamo que pagar quiniento d ó lare
emanale . No é cómo
lo lográbamos. Sábado y d omingo hacíamo la fie ta, vendíamos
la cerveza, me iba de ma rco mu ica l con otro mú ico . Así
logramos tener nu es tro equipo d e an id o propio, nue tro
marco musica l. Mi h erma nito, que te nía nueve años,
e
dedicaba a la venta de cerveza. Mi hermanita también ayudaba.
Entre fam ilia trabajábamos.
¿Qué comenzó a fa ll ar? Mi papá era entonce má
jo e n y
decía que ya no quería toca r. U n día que el evento e taba
funcionando, la gente ba ilaba. Estábamo en medio de la fiesta
y, de pronto, mi papá e enojó y dejó el arpa. ¿Qué íbamos a
hacer ante e o? M i mamá vio la nece idad de que alguien deb ía
aprender a toca r el arpa porque no podíamos d pender o lo
de mi papá. Así fue q ue ap rendí a toca r
el
arpa. N o fu e color
de ro a, ni me nació del co razón: fu e una nece idad. Poco a
poco comen cé a ra ca r el a rpa, tenía 13 a ñ o . A vece me
quedaba noches entera aprendi endo con mi mamá al lado.
Ella cantaba u campo iciones y me ayudaba a deletrear la
nota del arpa. Un añ entero me hab ré demorado en aprender
a tocar
el
arpa.
De pué yo comencé a tomar la posta del marco mu ical.
Empecé a tocar noche ente ra , de de tre de la tarde que
comi enzan lo e entos h asta las ei de la mañana que
cuando
acaban la
fi e ta . A veces me iba con todo el ueño al co legio.
Comencé a bajar un poco en mi e rudio , pero no era por
falta de oluntad mía
ino porque no podía má . Ademá ,
tenía que realizar nuestro propio
spocs
radia les, la gente que
lo grababa n o lo hacía bien, también h acía la locución e n
nue tro p rog rama de radio, así que e ra de todo: música,
timba lera arpista, locutora, etcétera. Todo marchaba bien ha ta
que empezó a llegar la municipa lidad , a querer cerrar nue tro
loca l. Ca i ema nalmente enía la muni cipa lid ad, ya n o
abíamo qué hacer, lo evento e taba n ya de caída, la gen te e
compadecía de no otro .
Lo clientes que era n de nue tra peña, cua ndo
e n ía la
municipalidad corrían, no ayudaba n a cerrar el lo al, hacían
ilencio, apaoábamo
la luz, hasta lo bo rrachito
e ca llaba n.
Cuando e iba el municipio vuelta comenzábamo a tocar, pero
ya no iba para má , era dema iado. U n día ll ega ro n treinta
policía para cerrar
el
local. A mi he rma no le pegaron . M i
hermanito no qui o aga rrar un papelito de no tifi cación y el
policía lo golpeó con u macana. ¿Cómo le iba a hace r e o? Mi
hermanito olo tenía 10 año .
La
gente aga rró al p li cía y lo
hizo nada. Siempre me acuerdo de esa anécdota.
Co
UJO LO OiOLO EN EL P ERÚ