(( Lo andino
a mediados o
fines de la década de
1950 no era muy
visible en Lima,
que era todavía
110
una ciudad
fundamentalmente
criolla))
creo que este mundo ha podido producir una efervescencia
eco nómica, vi sibl e ob re todo en un empresariado que va
siendo cada ez más importante a nivel de la economía del
paí . También ha podido producir en la cultura; en particular,
en el campo de la arte performativas, de la mú ica y de la
danza, un arte muy ignificativo, que ha supuesto reciclar lo
tradicional y que representa hoy un referente identitario para
millones de peruano .
No obstante, creo que en el campo de la literatura y en el
de la ciencia ociales este mundo no ha producido aún una
imagen de í mismo. E decir, no hay todavía persona que
haya n podido elaborar la experiencia de migración desde lo
vivido. Quizá, paradójicamente, lo más vá lido de ese aspecto
ea lo producido por José María Arguedas. Paradójico porque
na ce de una experiencia vita l que ya no es e trictamente
contempo ránea. En todo caso, Argueda recorrió todas las
i la del archipiélago peruano, desde el mundo del pongaje
en la hacienda andina hasta los alones ari tocráticos. Sobre
esta ba e produ ce una visió n de nsa de lo que es el Perú .
E pecialmente en su novela póstuma
El zorro de arriba
y
el
zorro de abajo .
Hoy e difícil imaginar experiencia vitale tan
variada como la de Argueda .
En todo ca o, la idea que quiero ostener es que estamos
ante un mundo social donde lo má llamati o son los logros
en materia económica y artí tica, y también la continuidad de
la forma religio as. Pero hay otro campo que on decisivos
para que un grupo pueda auto rrepresentar e que aún no han
sido rea lmente conqui tados. Espero que en los próximo años,
o quizá decenio , pueda urgir una repre entación má prop ia,
en el campo de la literatu ra, de la ciencias sociales y, de de
Luego, de la política.
En e ta arqueología de la mirada obre lo andino popular
el primer antecedente al que me remonto e el imaginario
crio llo. En las Letra de Felipe Pinglo, uno e da cuenta de la
dista ncia con el mund o andino. En u canci ó n •Jacobo, el
leñado r», e l protago ni ta parece ex t raído de un cuento
eur peo, muy lejan o a la rea lidad a ndina. E to a a ir
cambiando, pue si uno e cucha lo va l e de la década de
1950 con tata que se difunde una mirad a di tinta . Un
e tereotipo sobre el mundo andino que fue creado a comienzos
del siglo
XX
o aún ante , por au tores como Ventura García
Calderón. El «indígena• es vi to como un er mel ancólico,
que e tá llorando una grandeza perdida. «Ayer montañas, hoy
olo e combro •, repite el va ls. Esta mirada, cargada de piedad
y meno precio, cambia
co n~
rme la música andi na e abre paso
en género como el huayno y la chicha.
Pero la imagen que con truye el mundo criollo e la de un
indígena tocando u quena en la noche de luna, un indíaena
re ignado cuya pa ividad, in embargo, resulta de una inju ticia
hi tórica, pue la in a ión e pañola que da rigen al mundo
criollo e la re pon able de la po tración del indígena. Junto
con e e desp recio por la mi ería del indígena, también urge
Co
UIO LO CHOLO EN EL
PERú