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c..-
No
repara que su acritud precursora,
puede constituir
1ma
revolución en la vida
de
más
de
cinco
millones de seres de su
raza. ¿Podrá él solo ejecutar esa
revolución ?, que es por sí sola más
importante que la emancipadora del yugo
español, que no fue para su raza sino un
simple cambio de amo?: república
en
vez
de colonia; ciudadano de mentiras en vez
de mittayo! Orccotuna continúa sin
descanso en
st1
obra. Coloca en la base
las
piedras grandes.
Con
paciencia de
hormiga indígena, trabaja y trabaja. Ya
tiene
centenares de adobes, los •Para» de
costado para que
oreen
y sequen. Y hoy
com ienza lo bueno: poner los adobes
en
hilera, a plomo, cerrando
el
rectángulo.
La
construcción avanza y está lista para
la colocación de
las
vigas. Esto
más no
'
puede hacerlo solo
con
la ayuda de
s11
mujer. Busca un compañero para La
colocación de las vigas, tijerales, cintas;
mandayes, carrizos y
rejas
encima.
Por
fin la casa está alardeando
m
tejado
rojo.
Asunción
mira
y
remira
su obra,
con
delectación de artista que está
con–
sumando una perfecta obra de arte. Quizá
reme
un fracaso. Nadie antes que
é~
entre
los de
SIL
raza, en el correr de varios siglos,
ha
tenido tamaño atrevimiento.
Las
paredes las ha pintado
de
colores suaves
de
tierras
del lugar. Un carpintero, al que
casi se ha «empeñado•
o •enditado•
hasta
los colmillos, acaba de colocar las puercas.
Los curiosos al pasar por el
camino
real,
se
detienen
a contemplar la flamante
obra .
;Por
fin, un
indio neto,
ha
construido
la primera casa,
ni
más
ni
menos, que la
casa de un •togado•!
.
;El
milagro
está hecho!
pp. 69-70
Los provincianos formamos la
mayoría ciudadana del Perú y por una
paradoja sólo explicable
en
los términos
de la política criolla, hemos sido
eterna–
mente los parias, debiendo ser los
diri–
gentes y gobernantes de la nacionalidad.
11Scrib1mos
el
certero
pensamiento de
ValcárceL
•La
sierra es la nacionalidad.
El
Pení vive
fuera de sí,
extraño
a
st1
er
intimo
y verdadero, porque la sierra está
supeditada por la cosca,
uncida
a
Lima.
ólo
de
este modo se explica que haya
108
con pollera , que ten ía una uerte de me a muy bajita donde
co locaba u
prod uctos: can chita, ha ba , barquillos, maní.
Mucho
colegia les comprábamo su producto . Esa eño ra,
que estu o mucho años ahí, representaba un espectáculo que
me imp res io n ó mucho, pue
era como una huella de o tro
mundo.
Lo
andino en e e momento, a mediado o fin es de la
década de 1950, no era muy visible en Lima, que era todavía
una ciudad fundamentalmente crio lla.
La
seño ra era para mí
un a excepc ió n e nigmá t ica y cu es ti o n a nte. Me ll ama ba la
ate nción u humildad y pobreza, el tipo d e prod uctos que
ve nd ía, u arreglo per o naL Era de alguna manera una revelación
de e e otro Perú que no conocía.
En 195 6
e di sputaba n la Pre id e n cia Manu el Prado y
Fernando Belaúnde. Lo de la Recoleta éramos belaúndi tas y
los d e la lnmaculad a eran pradista . La razón es que Prado
había es tud iado con los jesuitas y Belaúnde lo había h echo
con los Sagrado Co razone . A veces, lo bu e de lo colegio
coincidían en algún emáforo. Entonces, lo ni ño gritábamo
a rabia r po r nu e t ro ca ndid ato. Lo de la Reco le ta n os
co n sid e rábamos li be ra le , pue a di fere n cia de los d e La
lnmacul ada, n
ten íamos que ir a m i a todo lo d ía . Eso era
un moti o de orgu llo. En 1955 e inaugu ró el primer paso a
de n ivel en Lima entre la avenida Arequipa y Javier Prado.
Fue u na gran emoción . Los niño
le pedimos al chofer del bu
que diera aria
uelta para sen tir una y otra ez el efecto de la
bajadi ta en la aven ida Arequ ipa. Otro
igno de modernidad
fue el inmen o letrero de Coca-Cola en el cruce entre Wil o n
y pa eo Coló n .
o había duda, el pa í e taba ava nzando.
En 1961 la ede del colegio e tra ladó a Monterr ico. Pero
en e l n ue o local continuamo
con u n hora rio pa rtid o. E
decir, regre ábamo a almo rzar a n uestras ca a . En aquella época
la opciones po lítica de mis padre comenzaron a d ivergir. Mi
padre era odrií ta. Y m i mad re, demócra ta cri ti a n a. Ell a
atendía, como volu ntaria, en la cafetería del partido, la cual e
llamaba C uatro Gatos, en Mi rafl o r
. Yo la acompañaba. Me
enría identificado con la
ideas de cambi o y reno ació n .
La
ituación que e
i ía era inju ta, había que er o lidario . Tener
má de lo q ue otro
tenía n me re ultaba problemático.
En
el
mismo entido obró la in flu encia del colegio d irigido
por acerdotes france es. Se no repetía q ue teníamo p rivilegios
que significaban un comprom i o. En q u into de med ia leímo
a Mariátegui. En e l sa ló n ruv imo
una po lémica obre el
~ indígen a•.
L
muchacho má con ervado re opinaba n que
no había nada que hacer, pues el ind ígena era b ruto. Los má
progre i ta defe ndimo la idea de que, gracias a la ·educación,
el indígena podía mejorar. En rea lidad , en esa época Lima
i ía
ba tante di ranciada del re to del paí . Hab ía una alianza entre
una élite má burgue a
el gamonali mo del interi o r, el mundo
mi ti de la pro incia andina . Mi mad re penenecía a esa d a e
media má propen a a la m demidad y mi pad re e iden tificaba
con ese mundo mi ti, tan con er ad r. Esta alianza fue ocavada
poco a poco por mucho
factore : la p re ión de la nue a
COLOQUIO LO CHOLO EN EL P ERú