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ideas, los cambio de la Igle ia cató lica, lo nue o partido .

El hecho es que bu car el cambio e pu o de mod a. Mi madre

e tudió Derecho y e eparó de mi padre.

En

1966

ingresé a Letras a la Católica. En e e ento nces

muchos jó ene pen ábamos que la pro pue ta de Acció n

Popular y de la Democracia C risti ana eran demasiado «tibias•.

Era nece aria un a ma o r radi ca lidad. En

1966

escu ch é a

Lucia no Ca t illo, e l dirige nte d el Pa rtid o Socialista. Me

convenció. Y en

1967

me impactó tremendamente la muerte

del

Che

Gue ara. E e hombre era el C ri to red imido y vuelto

a matar. Su sacrificio era un compromi o. A

í

lo entí. Ento nce

en

1968

me trasladé a an Marco a estud iar ociología.

u

Aho ra qui iera ituar mi intervenc1o n en un ámbito má

bien restrinaido. Lo que p retendo e hacer una uerte de

arqueología d e la mirada ob re el mundo popul ar urbano, el

mundo migrante, el mundo cho lo, trata ndo de ver cómo e

ha ido con rruyendo una man era de verlo y sentirlo. Parto del

upuesto de que e a mirada no e «inocen te•, que en ella e

articula toda una gama de sentimiento y m ti a i nes que es

nece ario identificar. e trata, principalmente, de la mezcla de

una voluntad de d min io con una nece idad de idealización.

Ambo facto re tiene raice muy honda en la h istoria del país.

Pe ro, para em peza r, es conveniente ituarno hi tó–

ricamente. En

1940

el Perú tenía 7 millones de habitantes, de

lo cua les e l 70% vi ía en e l ca m po. E l paí era fu n–

damentalmente rural, andi no y con un componente indígena

mayori tario. Ahora e to dato han cambiado drá ticamente.

En el 2003 los perua no omos 26 millone y má · del 70%

ivimos en zona u rbana . Y la mayoría ivimos en la co ta.

H an ocurrid o, e n tonce , cambio demográfico que .han

alterado el cen tro de gra edad de la ociedad peruana. En

sí ntes is, hemos pasado de er una ociedad rural, and ina e

ind ígen a a er u na ociedad má urbana y co teña, y má

centrada en Lima, porque mientra la Lima del año

40

tenía

el 10% de la poblad · n del país, hoy tiene el 30%.

Lo que llamamo

el

n uevo Perú tiene u rigen en la

migraciones ma iva y en la urbanización. En la aparición de los

<<nuevo limeño •; o, má ampliamente, los

~nuevo

citadi no •,

pues cada una de las ciudades de nue tro paí ha sido redefi nida

por la presencia de la migrad · n. Este proceso implica un enorme

despliegue de vitalidad, dejar atrá mucho del mundo original

para con truirse uno nuevo. En todo caso este ector, lo migrantes

y us h ijo , es el má dinámico de la s ciedad peruana. Es ah í

donde se está jugando el futuro del paí .

Lo q ue q ui ero en e ta ex posición e ide n tificar las

represen taciones q ue e han construido obre este mundo

ocia!, pregu ntándome de de dónde han ido con truida . E

inquiriendo, también, sob re la medida en que este mundo

ocia! va iendo capaz de con rru ir us propia representaciones,

us propi a imágenes de í. Para ir adelantando mi argumento,

V ISIONES DE LA MODERNIDAD DESDE LO CHOLO

República Unitaria

Cen tral;

que pre–

domine lo qae

no

es autóctono; que

gobiern e y dicte leyes una mi noría

extravaga n te sin n ingún ví ncu lo

ni

afinidad

con

el

pueblo

del

Perú,

con

la

raza que creó la cultura por el esfuerzo

milenario.

La

monstruosa planta urbana

crecerá

en

el

litoral...

Y

la civilización

producirá sus

fnttos

podridos y su

flcr

de

decadencia lucirá

con

los colores y

el

perverso aroma embriagará. Pero un día

bajarán los hombres andinos como huestes

tamerlánicas. Los bárbaros -para

este

Bajo Imperio- es tán al otro lado

de

la

cordillera. Ellos practicarán la necesaria

evulsiówi.

Los provin cia nos hemos forjado

personalidad

a11téntica,

sólida, propia.

En

el

porvenir, ya

no

seremos

más,

satélites

ni reflejos infecundos

de

vidas exhaustas y

yermas. Ya

no

más

necesitamos mediocres

consagradores

ni en

literatu.ra,

ane,

política, economía, ciencias, moral ni

filosofía.

pp.

22-23

GUEVARA, GUILLERMO.

La

rebelión

de lo pro incianos. Lima,

Ediciones

Folklore, 1959.

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