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tite uxed

qucstüm

l>ofOre us, I

hav~

llhwus::;ed at .sorne leu¡;th iu

the SouthernLaw Review for Dccember, 1878{vol. IV,

p.

676).

From tbis artiele I condense the following:

KThcreal tbeoryofjuriscliction,as

it

is caUcd by

its

ndvocatcs,

rests, as has bcen scen, on the

objecU:ve,

~ther

than on the sub·

jective, sideof crime.

Jm·isdicticm is acquired, not

becattse

tlu: vl'i·

111inal 'loas, at thc time ofthecdme, within tite tcrritot·y Dj tlle o:fl'en·

ded sovet·eion, nnr because lte was at the t'ime a s-ubject o.f &1tch

so–

"'ereign, but bccausc his o:OCnce was against tite r1ghts o.f that sove–

nign

orofhis subjects. We punish all wlto off"end rm our own soil

because our d1tty is to attach to crime cormnitted1o-ithin our bordcrs

its retltibution.

But,

in addition

to tMs,

we

11mst

punish, tchcn tvc

obtain control ove;·

t./w

pcrson of thc o.ffcnde¡·, offcnces committcd

abf'oatl,

by

cither sttbjecl o1·foreigne1·, a.gainst om· owt ·rlghts.»

Basta con esto por ahora; pues en adelante volveré

{b

usiu·

ht autoridad del Dr. 'Vharton para

defender la

teorh~

¡·cal

ú

objetiva

de

la

jurisdicción, cuando directamente

me

ocupe

cnln

<tcfensa

del artículo atacado, mostraudo que se funda

en una

respetable teoría científica.

Por

de pronto, lo que dc.seaba ¡1ro·

bar es que ese

ilnst.radojurista.no

re¡nueba la teoríade que ha.

blo, por contraria

al

derecho ele gentes. ¡Cómo

h:tbia

de rept·o–

barla de esn. ma.nera., ni de otra algnua., cuando

la

defiende con

tanta maestría, según se ve

en

su obra citada!

Esa reprobación no la hace

niuguno

de los autores

que

vd.

tita,

ni

ningún otro de los conocidos,

ni aun

de los que ndop–

tan, en tan grave cuestión, una doctrina opuesta

á

la que sos–

tiene el

Dr.

'Vharton

y

á.

Jamás

avanzada

aun

del o¡Qhief Jnsti–

co

»

1'aney. El único entre los citados por el Sr. Moore, que se

aventura

{i.

tanto, es 1\-fr. Requier, relator de

In,

Corte Ue Casa–

ción de :Francia,

quien

en el caso de Raymoml Fornage, llegó

enefecto

{bdccir:

«La.ley no

puede

da.r

á.

los

tribunales

franceses

facultad parajuzgar

{~extranjeros

por crímm1csódelitos come–

tidos fuera del territorio de Francia; esa exorbitante jurisdic–

ción constituiría tina violación del derecho iutcrnacioual,» etc.

Opinión ta.u singular no fué, sin embargo,

adoptada

por dicha

Corte, por más que así

lo

indique el Sr.Moorc. La Corte tle On·

sación declaró incompetentes

{~los

tribunales franceses, dando

por

razón que la leydel pais no los autorizaba paraconocer tlel