34
tite uxed
qucstüm
l>ofOre us, I
hav~
llhwus::;ed at .sorne leu¡;th iu
the SouthernLaw Review for Dccember, 1878{vol. IV,
p.
676).
From tbis artiele I condense the following:
KThcreal tbeoryofjuriscliction,as
it
is caUcd by
its
ndvocatcs,
rests, as has bcen scen, on the
objecU:ve,
~ther
than on the sub·
jective, sideof crime.
Jm·isdicticm is acquired, not
becattse
tlu: vl'i·
111inal 'loas, at thc time ofthecdme, within tite tcrritot·y Dj tlle o:fl'en·
ded sovet·eion, nnr because lte was at the t'ime a s-ubject o.f &1tch
so–
"'ereign, but bccausc his o:OCnce was against tite r1ghts o.f that sove–
nign
orofhis subjects. We punish all wlto off"end rm our own soil
because our d1tty is to attach to crime cormnitted1o-ithin our bordcrs
its retltibution.
But,
in addition
to tMs,
we
11mst
punish, tchcn tvc
obtain control ove;·
t./w
pcrson of thc o.ffcnde¡·, offcnces committcd
abf'oatl,
by
cither sttbjecl o1·foreigne1·, a.gainst om· owt ·rlghts.»
Basta con esto por ahora; pues en adelante volveré
{b
usiu·
ht autoridad del Dr. 'Vharton para
defender la
teorh~
¡·cal
ú
objetiva
de
la
jurisdicción, cuando directamente
me
ocupe
cnln
<tcfensa
del artículo atacado, mostraudo que se funda
en una
respetable teoría científica.
Por
de pronto, lo que dc.seaba ¡1ro·
bar es que ese
ilnst.radojurista.nore¡nueba la teoríade que ha.
blo, por contraria
al
derecho ele gentes. ¡Cómo
h:tbia
de rept·o–
barla de esn. ma.nera., ni de otra algnua., cuando
la
defiende con
tanta maestría, según se ve
en
su obra citada!
Esa reprobación no la hace
niuguno
de los autores
que
vd.
tita,
ni
ningún otro de los conocidos,
ni aun
de los que ndop–
tan, en tan grave cuestión, una doctrina opuesta
á
la que sos–
tiene el
Dr.
'Vharton
y
á.
Jamás
avanzada
aun
del o¡Qhief Jnsti–
co
»
1'aney. El único entre los citados por el Sr. Moore, que se
aventura
{i.
tanto, es 1\-fr. Requier, relator de
In,
Corte Ue Casa–
ción de :Francia,
quien
en el caso de Raymoml Fornage, llegó
enefecto
{bdccir:
«La.ley no
puede
da.r
á.
los
tribunales
franceses
facultad parajuzgar
{~extranjeros
por crímm1csódelitos come–
tidos fuera del territorio de Francia; esa exorbitante jurisdic–
ción constituiría tina violación del derecho iutcrnacioual,» etc.
Opinión ta.u singular no fué, sin embargo,
adoptada
por dicha
Corte, por más que así
lo
indique el Sr.Moorc. La Corte tle On·
sación declaró incompetentes
{~los
tribunales franceses, dando
por
razón que la leydel pais no los autorizaba paraconocer tlel