De la Teo!ogfa de los Griegos, &c.
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3
so
razonablemente. Ya
~
pues , no
parece
ra–
zonable creer una materia eterna
sin
princi–
pio;
y
despues que se
halla
necesario cr.eer
. una lnteligencia infinita, e
1
s consiguiente ,
por
· lo
que sus
obras manifiestan ,
creerla
infinita–
mente
poderosa ·: de que se hace
tan facil,
co.:.
mo
inevitable
1a
persuasion de que
esta
ln
te–
ligencia •eterna , eternamente ex·istente , di6
principio
a
la
materia' creandola ,.
0
sacando–
la
de la
nada
en el determinado tiempo ,que
~
quiso ,
y
organizandola
segun le
fue
bien vis–
. to ,
6.
segnn al presente se
halla.
Pero
que,
·
i
libertaremos
.a
Anaxagoras de toda $OSpecha
sobre
la
eterna existencia de la materia? Difi–
cultoso es ,
quando claramente
no consta , exi-·
:niir aim
·a
los
sabios
de
1
las comunes
preocu...
•padones
rde
SU
siglo.·
. )
'
1 1
J.
IV~
·38 No es mucih.o que
a
Anaxagoras
se le
haga
cargar
solo
·por1
la costutribr-e de su-
tiem–
po, sin
otro mejor
testimonio;
con
este
vicio
teologico ,
quando lo
mismo se
pretende
de
Platon, en
cuyos
escritos
hay
tantas
convi[}o
·centes
pruebas de que todo el Universo ,
sin
suposicion de
preexistente
materia ,
lo
ha~e
Tom.
II{~
Z
obra