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DiJcurso IV.
go , tampoco convence lo que se pretende con–
tra Anaxagora
s. Nada mas es cornun , que ver
Fil6sofos mQ(
dern.ossin sospecha alguna de
inortodoxia , reconociendo una Suprema Inteli–
gencia del todo independiente de la materia,
disputar sobre la naturalidad de
la
formacion
del Universo: ·Suponen estos la creacion de
la
materia por caquella Soberana Inteligencia , re- ·
cibiendo de ella ciertas !eyes en sus movimien–
tos, reducida
fa
especulacion de estos Fil6so–
fos
a
la
averiguacion,
y
conocimiento de
es–
tas leyes
imp~estas
por
1
el
S~mo
Criador.
A
esto parece reducido quanto han disputado Ga–
sendo,
Des-C~rtes, New~on,
y
otro~ ~ruoder
nos. Si
a
esto, supuesta
la
Mente
,.o
lntelige-n–
~ia
Suprema , criadora ,
y
ordenadora
'de todo,
f
ue
dirigido el
pensamiento de Anaxagoras , no
merece
el
baldon con .que·se le injuria. Creere
que
el
disgusto
de
'Socrates en las obras 'de
Ana~
xagoras procedio de no haber filosofado '
6
sa–
cado
de sli
fisica conseqilencias morales para
el gobierno
interior
del hombre , que era
lo
pr
in~
quam uti , ornatusque rerum causas afferre nullas,
sed
tan–
tum
ad qucedam
Aeris ,
vel JEtheris , vel
Aquarum ,
similia–
que
genera,
tanq.uam
ad originem absurde omnia revocare.
Plato Dialogo de .Animo.