·
Discurso JI.
como lo · es
de
los Filósofos modernos ,
y
el
adorar al Sumo
Legislador
del Universo de-–
hiera ser objeto d~ su religion. Esto
en
quan–
to
á
la
portentosa ,
y
armoniaca revolucion de
los astros.
¿
Y qué es inferior el orden ,
y
es
menor·
la
armonía
en las
otras partes de
la
Naturaleza?
Nada menos, como se verá quan–
do tratemos de sus particularidades.. Si púes
en
los. astros hay una
animacion
divina
acree–
dora.
á
nuestros
respetos , es
consiguiente la·
haya en todo el resto del Universo ,
y
tantas
·divinidades como
objetos
este comprehende.
34
Lastimosamente
se
precipitaron estos
Filósofos
en sus indagaciones ,
sacando de
bue-.
nos antecedentes conseqüencias. irrisibles.
Mas.
ya
que no
pudiesen
percibir
una
substancia
sabia ,
y
poderosa ,
un
Soberano Artífice in–
depe_ndente de
la
materia , obrando en ella
con todo un imperio propio de la Divinidad ,
á
quien no menos lo insensible que lo sensible
obedece ,
pudieron
bien advertir la rusticidad
de un tal sis.tema. Y lo primero el ánima del
mundo ,
ó
es la
misma
materia ,
ó
es , otra
substancia diferente. Si es la
misma
materia,
en
ella, como insensible , no cabe razon , ni–
inteli g encia ,
n1 por
s:onsi.guiente
divinidad~
Si