-
428
cía la sublevacion del General Ri era,
comandaba, á la
uale
e plegaron
muchos jefes y oficiale
argentino que
la filas del caudillo .
on la
fu
rza~
que
n ral La all e
El gobierno oriental pu o inmediatamente e to
conocimiento del argentino el cual tomó medida
para evitar una invasion á u territorio.
no·ro ar
En
sus principio ,
tuvo
el movimiento
edicio o que
circunscribir e al
uelo oriental, donde
e hiz muy dífi il
la permanencia de Rivera
on
u
tropa , porque el gene ral
Lavall eja prestó
us servi cios a l gob ierno y el mi mo general
Oribe se puso en campaña al frente del ejército con titucional.
Un incidente sin mayor importancia, dió orígen al uso de
las divi sas que disting uieron en los combate
á cada bando.
En uno de los primeros encuentro que tuvi eron lugar dia an–
tes de la sangrienta batalla de
arpinteria, como los oldados
del escuadr on que se había sublevado con Rivera ll evaran en
sus kepíes el mismo distintivo blanco y cel es te que ll evaban
las tropa
del Gobierno, el jefe r evolucionario t emeroso de
que se µrodujera confusion en la pelea, ordenó á
us soldados
que arrancasen del fo rro de sus ponchos un pedazo de balleta
roja para diferenciarse de lo> soldados fiele s al gobierno.
Desde aquel dia, se dió á los soldados de la revolucion el
nombre de colorados y el de blancos á los del ejército legal
segun el color de sus divisas r espectivas. ¡Cuántas lágrima
cuánta sang re, cuánto sacrifi cio, han costado al pais!
Asi se generaron, arr ancando desde ese momento y obe- ·
deciendo á las causas verdaderas que acabamos de señalar,
los· viejos partidos tradicionales. Na¡::ió el color ado, de una
rebelion organizada con los peores elementos
del pais; el
blanco, cr eado para r epeler la sedicion, compuesto de los hom–
bres respetables por e l valor político, la ilustracion y hasta la
fortuna.
Uno y otro r espondieron á tendencias sociales encontradas,
esplicables en aquella época; vivieron lu ego en perpétua lucha,
trasmitieron sus ódios y pasiones á través de los ti empos, y
hoy aunque debilitados subsisten todavía como un anacronismo
ó como una aberracion ó como un estravismo patriótico que
solo ha servido para conducirnos de exceso en exceso, desde
el error ¿porqué no decirlo con franqueza? hasta llegar al crí-
raen.