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El General Oribe que se daba cuenta del estado social de

su pais, que conocia las tendencias anárquicas de Rivera, y la

clase de hombres que á éste rodeaban, se dió clara cuenta de

la necesidad de contemporizar y complacer al caudillo hasta

donde fuera decorosamente posible, porque un rompimiento

con él, equivalía á hacer estallar la guerra civil en el pueblo

Oriental que recien salia de su lucha por la independencia.

Fué sin duda por esto que nombró á Rivera comandante

militar de campaña sacrificando su peculio particular para

satísfacer los pedidos de aquel jefe, hasta que llegaron por

último las exigencias á un estremo que hacia imposible con–

tentarlo, sin mengua de la investidura constitucional que e1

General Oribe revestía.

A la actitud agresiv¡;¡. del General Rivera hácia el Gobierno,

contribuyeron

ade~ás

los trabajos que en la República efec–

tuaban por aquella época, los emigrados argentinos encabeza–

dos por los Generales Paz y Lavalle.

Los enemigos de Rosas que se hallaban en el territorio

oriental, habían fundado algunos diarios en Montevideo, desde

cuyas columnas proclamaban en los mas violentos términos la

revolucion contra el Gobierno argentino. La prensa afecta al

General Rivera, se unió á esta propaganda, débilmente primero

y enérgica y decididamente despues, llegando unos y otros á

obligar al Poder Ejecutivo á adoptar ciertas medidas represi–

vas contra semejante prédica y oponerse á los trabajos que se

efectuaban, para satisfacer los justos y reiterados pedidos

del

Gobierno Argentino.

Las medidas que se tomaro.n, dieron lugar á que los emigra–

dos y los riveristas empe.zaran á

hacer.le

la mas tenaz oposicion

al Gobierno Oriental, y unos y otros estimulasen y empujasen

al General Rivera, que puesto en relacion con los argentinos

expatriados, solo esperaba una coyuntura propicia para volver

contra la autoridad legal las fuerzas cuyo mando había recibido.

El nombramiento para el desempeño de algunos puestos

públicos recaído en ciudadanos espectables que no eran del

agrado de Rivera y la negativa de Oribe á continuar dándole

fondos para distribuirlos entre sus parciales, coincidieron con

nuevas y enérgicas disposiciones represivas tomadas por el

presidente, contra algunos diarios que comprometían las bue–

nas relaciones entre su Gobierno y el de la Confederacion .

Tales son los hechos cuyo conjunto trajo como consecuen-