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cierta parte de a poblacion campesina, de aquella que se
había acostumbrado en las pasadas luchas, mas á la vida hol–
gazana del campamento, que
á
las tareas penosas del trabajo
de campo en que debían hallar medio útil y honroso de existen–
cia.
Mientras estuvo el General Rivera al frente del Poder Eje–
cutivo, sostuvo á costa del erario en pié de guerra á ese
elemento militar, inquieto por naturaleza y por hábito, de la
campaña, pero cuando el General Oribe lo sucedió en el man–
do é inició una série de economias en los gastos, se creó una
situacion difícil para esos hombres de accion, que
rodean.doá
su caudillo le pedían los recursos de que carecían para satisfa–
cer sus necesidades.
Rivera, pródigo hasta la exageracion, era solicitado por
todos sus amigos y partidarios con demandas de dinero, que tu_
vo que solicitar con frecuencia del General Oribe para mante–
ner contentos á los suyos, y el Presidente de la República, inca–
paz de distraer un solo p eso de las arcas fiscales para gastarlos
fuera del presupuesto, atendía de su propio peculio particular
los pedidos de Rivera hasta que l'legó un momento en que no
lo pudo seguir haciendo mas.
Se creó entonces una situacion que terminó por el alzamien–
to en armas del General Rive ra, al frente de sus parciales
contra la autoridad constitucional.
Tales fueron las causas aparentes que dieron márgen á la
guerra civil, pero en la realidad, ella fué debida al inevitable
choque de dos tendencias en pugna, representadas por el
General Oribe y por el General Rivera respectivamente.
El primero, con mayores y mas exactas nociones de gobier–
no, rodeado del elemento ilustrado del país, se esforzaba en
regularizar y normálizar la existencia política nacional, ha–
ciendo administracion honrada y progresista, ajustándose á las
leyes, introduciendo el órden y las economías en todas las
reparticiones del Estado.
Rodeado el segundo del elemento de accion, de los hombres
del campo sin medios de fortuna ni hábitos regulares de tra–
bajo, que habían sido los soldados de la independencia y
confundían la licencia con la libertad, que pensaban que en
recompensa de sus servicios y sacrificios debían vivir á c©sta
del país, arrastraban á su jefe á exigencias repetidas creyendo·