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Despues de este combat e, y habiendo ll egado á conocimien–

to de Salvañach y Puentes que el General Aparicio había pa–

sado al Norte del Rio Negro , trataron de incorpo rársele, lo que

así .verificaron, como ya lo hemos visto en el capítulo

a nt ~rior,

siendo nombrado Salvañach j efe d e la vang uardia, en cuyo ca–

rácter, segun tambien lo manifestamos e n aquel capítulo, tiene

un encuentro bastante sério con el Coronel Gen uario Gonza–

lez en el paso de las Piedras del Queguay, departamento de

Paysandú, el dia 12 de Novi embr e del mismo año 1871.

Como ya se sabe, cuando el General Aparicio ma rchó del

Salto para Paysandú envió á Salvañach á vanguardia á fin de

que observara los movimientos del General Borges y de los Co–

roneles Coronado y Gonzalez que merodeaban por aquellos

departamentos.

Genuario Gonzalez que tuvo conocimiento de la operacion

que se le habia confiado á Salvañach, á quien, como todos los

jefes d el Gobierno, t enia deseos de pelear, se desprendió de

Borges y Coronado de las puntas del Daiman con una division

de caballería de 500 hombr es y trató d e cortarlo en el paso de

las Piedras d el Queguay. Pero Salvañach que s upo por un

pasado la treta que se le queria jugar, r esolvió impedirla, y al

efecto marchó toda la noche del 11, con una cerrazon inmensa;

pero con tan mala s uert e, que se perdió completament e, ama–

neciendo á 20 cuadras de distancia del paso que quería rehuir.

Al encontrarse en esta situacion, y dispuesto á todo lo que

sobreviniera, mandó á su gente ensillar .los caballos de r eserva,

disponi endo despues que formasen en cuatro escalones· y echar

pié á ti erra hasta que viniera el dia. Cuando apareció éste,

envió al Mayor Burgos con una guerrilla descubridora para

que esplorara el campo, el que en seguida que trepó á la cu–

chilla oyó el clarin del enemigo y avistó despues á ést e á una

distancia de doce ó quince cuadras de las fu erzas de Salvañach,

enviándole acto contínuo chasque á su jefe del resultado de su

comision.

Salvañach hizo montar á caballo á la gente, mandó las caba–

lladas con el Alferez Gregorio Carrizo, al otro lado del paso y

trató de ganarle este al enemigo, lo que no pudo conseguir por–

que ya aquel se .echaba encima con toda velocidad, no quedán–

dole otro remedio que darle el frente y cargarlo, como así lo

hizo.

Las fuerzas d e Salvañach se componían mas

ó

menos de