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el patriota oficial D . Enrique Durañana
pañero de
El Diario,
que olvia d
e rvirl e
los Coronele Palomeque,
illa boa
sivamente
e le fueron incorporando
ma
ó meno pequeño , lo
iguient
rra, Coronel Romero, y lo
omandaute Torr
an to
arro ,
P ereira, los Alvarez· Quintana y B r aulio
Incorpo-
rándosele, por ultimo, el
oronel
ran y el
oma ndante Be–
llido, que acababan de ser der rotados por el Coronel Galarza;
y el Coronel
i illac, que, habiendo sido herido en Manan–
tiales, como ya sabemos, quedó oculto en
an J o é para a i -
tirse en ca a de la respetable familia del
eñor
ie nzr, en
compañia del bravo oficial
!audio
alarí y un clarin , con lo
mismos que en seguida se hallara sano, de pues de mil peripi–
cias, lograba reunirse á s u compañero
en los puntos del Ro–
sario.
erificadas e tas in corporacion es, la col umna d el Coron el
Baes llegaria á tener uno
tresciento hombres, inclusive tre in–
ta y tantos infantes d e un plantel que babia formado el Capitan
Gimenez con lo
oficiales Enrique Machó, Reboledo, Andrés
L atorre y Durañona · c uyo p lantel le fué entregado á Visillac,
en seguida de su incorporacion, pasando Gimenez á la caball e–
ria, fo rmando
isillac un batalloncito d e 80 plaza , quedando
de oficiales lo
que ya estaban y además los jóvenes Salarí,
Bastarri ca y Arteaga.
En t odo este tiempo habia transcurrido mas de un me ; y
el enemigo que al fin notó con bastan te desagrado esta
r eu–
ni on es, que se agrandaban por momentos con los nuevo con–
tingente de ciudadanos que se p r esentaban diariamente , trató
d e hostilizarlo fo rmalmente á Bae , y al efecto destacó á los
Coronele Lui Eduardo Perez y Gil Aguirr e con 500 hombres,
los que emp r endieron sobre aquel una séria y tenaz persecu–
cion, viéndo e obligado Baes á pelearlos el dia 16 de
eti emb re
en las sier ras de ial Abrigo, en el paraje denominado e l arroyo
de la Qµinta.
Formadas la
caball erías revolucionarias en dos escuadro–
n es, a l mando uno de Baes y el otro de
r an, colocáronse á
derecha é izqui erda del batalloncito de Vi s illac,
el cual por
est a cir cunstancia, vino á formar el centro de batalla. En este
ó rden fueron atacado por el enemigo, que traia t odas sus fuer–
zas e n dos divisione , al mando r especti vamente de Perez y Gi-