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En seguida de haberse fusilado al Coronel Gil Aguirre, se
puso en marcha la columna revolucionaria con rumbo al Mi–
nuano, donde se hallaba acampado el Coronel Tolosa con
doscientos hombres. En la madrugada del dia siguiente se
aproximaron á este punto, y antes .que aclarase se man–
dó en observacion del enemigo al Capitan Pedro Morales,
quien, en el acto d esprendió un
bombero
que tuvo la d esgracia
de estraviarse é ir á dar al campo de Tolosa. Este que supo
por una casualidad que se encontraba Pintos Baes allí, mandó
degollar
al desgraciado prisionero que lo había salvado provi–
dencialmente de una de rrota segura é inmediatamente levantó
el campamento dirigiéndose al galope para la Colonia, siendo
perseguido inútilmente por s us enemigos hasta el Sauce.
De aqui los revolucionarios, despues de
churrasquear
lige–
ramente y mudar caballos, r etrocedieron para San José con
el propósito de batir las fuerzas del Coronel Perez que se su–
ponia hubieran salido d e aquel pueblo; p ero como las en–
contraron allí; y ademas atrincheradas en debida forma, el
Coronel Baes resolvió r etirarse temiendo que la fuerte columna
del Coronel Ordoñez, que se encontraba próxima viniera en
proteccion de los sitiados y lo tomaran entre dos fuerzas.
Antes de retirarse sin embargo se cambió un buen número de
tiros por ambas partes, y el Coronel Visillac se aproximó con
sus infantes hasta la casa de Don Ramon Acosta en el arroyo
Mayada, sobre el mismo pueblo, queriendo por su parte atacar
decididamente á la plaza hasta tomarla ó que los rechazase.
De
San José se retiraron los nacionalistas para el Rosario, de
donde se resolvió mandar un emisario á Buenos Aires para
hacer conocer al Comité las operaciones que había efectuado
la columna de Baes, enviá ndose al oficial Don Enrique Du–
zañona, el cual se embarcó el 10 de Diciembre en la costa
del Sauce en un pailebot que, cargado de piedra y cal zarpó
enseguida para aquella ciudad.
Y mientras la columna r evolucionaria continuaba en el
Rosario, el emisario Sr. Durañona llegaba á Buenos Aires, ha–
blaba primero con el Dr. Cárlos Ambrosio Lerena
y
luego con
el General Moreno y otros miembros del Comité, el cual se en–
contraba entonces un poco menos que disuelto y completa–
mente desanimado por la escasez d e .buenas noticias de la
revolucion, y despues de haberse informado aquellos señores
con satisfaccion de las brillantes operaciones de la division