-
193 -
que inesperado hace evolucionar sus fuerzas en el sentido
de darle frente al enemigo, pero en ese momento, en la con–
fusion que se produce n ecesariamente en estas evoluciones
rápidas, choca su caballo con el de uno de sus oficiales
y
cáe al suelo, pronunciándose la derrota de su gente que
se vé atacada por todos lados
y
siendo él tomado prisionero
por el mismo Ferreira.
En este encuentro murieron tres oficiales
y
38 soldados
de las fuerzas del gobierno y se les tomaron 30 prisioneros,
que se alistaron voluntariamente en las filas victoriosas de
la revolucion.
El Coronel Gil Aguirre, prévio un consejo de guerra, fué
fusilado sobre el cuerpo de batalla, cuya sentencia se dictó
en virtud de suponerlo el autor del fusilamiento del jóven
Albarenque efectuado días atras en el pueblo de San José
(1). Mandó;la ejecucion de Aguirre el Comandante !barra.
No hubo parte alguno sobre este encuentro de armas
y
la
unica noticia que dieron sobre él los diarios de Montevideo, fué
la siguiente:
Contraste-Los
jefes revolucionarios Pintos Baes y Rafael Rodriguez sorpren–
dieron el 29 en el Arroyo Grande al Coronel Gil Aguirre, diseminandole su gente.
•Aguirre y los hermanos Insaurralde cayeron prisioneros y fueron fusilados. •
(l ) Albarenque era un mucbacbo de 18
á
19 años. N acido
y
criado en el D epartamento
de San José conocia aquellos parajes como
á
sus manos. Valiente
y
audaz hasta la temeridad se
separaba de sus compañeros de la revolucion
y
penetraba solo, de dia 6 de noche al pueblo
de San
Jos~,
guarnecido por fuerzas del Gobierno, unas veces con divisa colorada
y
otras con
su propia divisa. No entró una sola vez al pueblo sin armar camorra con sus enemigos
y
ma–
tarse
á
uno
ó
dos.
Esta
conducta, naturalmerlte, tenia que poner en guardia
á
los enemigos, que basta enton·
ces nada habian podido hacer contra aquel muchacho, pues siempre se les escapaba despue!l
de sus hazañas. Pero tanto hizo que al fin cayó en la trampa que le armaron,
y
como estaban
indignados contra él, sin mas trámite
y
con una alegria salvaje lo fusilaron en seguida; cuya
ejecucion
fué
ordenada por el Comandante Mi1ita.r del departamento, actual Senador y Gene–
ral de la Nacion, D. Luis Eduardo P crez.
P ero tan grandes eran las simpatías que se babia creado A lbarenque con un valor estraor–
dinario,
y
por su edad,
y
hasta por su hermosura, que su ejecucion
fué
seguida de protestas y
de discusiones violentas por la prensa, escribiendo el Dr. Cárlos
fi{.
R amirez, en
La Bandera
R ad1'cal,
un precioso artículo apropósito de ello,
y
calificándolo de
atesi'nato alevoso El Siglo
en una polémic.:i. ardiente que sostuvo con
La Preusa
que defendia al G eneral Perez, preten–
diendo que un Consejo de Guerra era el que había dictado la sentencia y que Albare nque no
pasaba de un bandolero
y
asesino. Llegóá tal punto la indignacion de su fusHamiento, que las
principales damas de San José, personalmente, fueron
al cementerio en Sef:11ida de haber
muerto y desenterra ron su cadaver, velá ndolo en una de las mas conocidas casas del pueblo
y
acompañando su entierro, que
.fué
numerosísimo y de lo mas selecto de la poblacion.
Hasta hoy, entre los nacionalistas se recuerda con dolor el fin prematuro de aquel valiente
muchacho, considerado en vida, con muchío;irua
razon, como una esperanza militar para el
partido Nacional.
13