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que inesperado hace evolucionar sus fuerzas en el sentido

de darle frente al enemigo, pero en ese momento, en la con–

fusion que se produce n ecesariamente en estas evoluciones

rápidas, choca su caballo con el de uno de sus oficiales

y

cáe al suelo, pronunciándose la derrota de su gente que

se vé atacada por todos lados

y

siendo él tomado prisionero

por el mismo Ferreira.

En este encuentro murieron tres oficiales

y

38 soldados

de las fuerzas del gobierno y se les tomaron 30 prisioneros,

que se alistaron voluntariamente en las filas victoriosas de

la revolucion.

El Coronel Gil Aguirre, prévio un consejo de guerra, fué

fusilado sobre el cuerpo de batalla, cuya sentencia se dictó

en virtud de suponerlo el autor del fusilamiento del jóven

Albarenque efectuado días atras en el pueblo de San José

(1). Mandó;la ejecucion de Aguirre el Comandante !barra.

No hubo parte alguno sobre este encuentro de armas

y

la

unica noticia que dieron sobre él los diarios de Montevideo, fué

la siguiente:

Contraste-Los

jefes revolucionarios Pintos Baes y Rafael Rodriguez sorpren–

dieron el 29 en el Arroyo Grande al Coronel Gil Aguirre, diseminandole su gente.

•Aguirre y los hermanos Insaurralde cayeron prisioneros y fueron fusilados. •

(l ) Albarenque era un mucbacbo de 18

á

19 años. N acido

y

criado en el D epartamento

de San José conocia aquellos parajes como

á

sus manos. Valiente

y

audaz hasta la temeridad se

separaba de sus compañeros de la revolucion

y

penetraba solo, de dia 6 de noche al pueblo

de San

Jos~,

guarnecido por fuerzas del Gobierno, unas veces con divisa colorada

y

otras con

su propia divisa. No entró una sola vez al pueblo sin armar camorra con sus enemigos

y

ma–

tarse

á

uno

ó

dos.

Esta

conducta, naturalmerlte, tenia que poner en guardia

á

los enemigos, que basta enton·

ces nada habian podido hacer contra aquel muchacho, pues siempre se les escapaba despue!l

de sus hazañas. Pero tanto hizo que al fin cayó en la trampa que le armaron,

y

como estaban

indignados contra él, sin mas trámite

y

con una alegria salvaje lo fusilaron en seguida; cuya

ejecucion

fué

ordenada por el Comandante Mi1ita.r del departamento, actual Senador y Gene–

ral de la Nacion, D. Luis Eduardo P crez.

P ero tan grandes eran las simpatías que se babia creado A lbarenque con un valor estraor–

dinario,

y

por su edad,

y

hasta por su hermosura, que su ejecucion

fué

seguida de protestas y

de discusiones violentas por la prensa, escribiendo el Dr. Cárlos

fi{.

R amirez, en

La Bandera

R ad1'cal,

un precioso artículo apropósito de ello,

y

calificándolo de

atesi'nato alevoso El Siglo

en una polémic.:i. ardiente que sostuvo con

La Preusa

que defendia al G eneral Perez, preten–

diendo que un Consejo de Guerra era el que había dictado la sentencia y que Albare nque no

pasaba de un bandolero

y

asesino. Llegóá tal punto la indignacion de su fusHamiento, que las

principales damas de San José, personalmente, fueron

al cementerio en Sef:11ida de haber

muerto y desenterra ron su cadaver, velá ndolo en una de las mas conocidas casas del pueblo

y

acompañando su entierro, que

.fué

numerosísimo y de lo mas selecto de la poblacion.

Hasta hoy, entre los nacionalistas se recuerda con dolor el fin prematuro de aquel valiente

muchacho, considerado en vida, con muchío;irua

razon, como una esperanza militar para el

partido Nacional.

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