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Aguirre, cargando cada una de ellas á uno de los escuadrones

revolucionarios. Producido el choque, e l entrevero fué instan–

táneo, declarándose en seguida la derrota por estos últimos con

pérdida de treinta y tantos hombres, entre muertos y heridos, y

dispensándos e en gr upos para distintas direcciones.

La persecucion fué b r eve, volviendo a l poco rato las fuerzas

del gobierno al campo de batalla, donde empezaron á hostilizar

á los infantes, tiroteándose fuertemente por ambas partes, hasta

que el Coronel Visillac formó cuadro y emp r endió la r etirada ,

siendo siempre escopeteado por el enemigo hasta que llegó la

noche y pudo evadirse facilmente de ser perseguido.

En esta pelea, los revolucionarios tuvi eron treinta y tantos

muertos, contándose entre ellos el Comandante Pereyra, de

Mercedes; veinte y cinco heridos, y doce prisioneros; el enemigo

solo tuvo cuatro ó cinco muertos y ocho ó diez h eridos .

El único parte ó noticia que h emos podido encontrar sobre

esta derrota, es el siguiente telegrama dirigido desde San José

al Presidente de la República, que confirma nuestro relato:

<

San J osé, Setiembre 18 de 188 1.

Al Presidente de la Repziblzca.-Oficial.

• El J efe Político del Departamento, Coronel D . Lnis Eduardo Perez, ha

derrotado completamente al jefe blanco Pintos Baes, que disponía de 300

hombres.

>

El hecho tuvo lugar

el

r

6 en la Sierra de Mal Abrigo, perdi endo los

revolucionarios treinta muertos

y

un número considerable de heridos

y

pri·

sioneros.

>

Pocos días despues de est a derrota, y apesar de ser persegui–

dos con teson por las innumerables partidas que desprendió el

Coronel Perez sobr e ellas, fueron reuniéndose nuevamente

con Pintos Baes todos los jefes que se dispersaron en la pelea,

inclusive Visillac con sus infantes, que despues del desbande

se había tiroteado con las fuerzas de Goñi en el Rosario, lle–

gando otra vez á reunir igualó mayor número de fuerzas que

las que habían presentado en el combate. En esos mismos días

invadieron el territorio de la República los Coroneles Rafael

Rodríguez y Pedro Ferrer, reuniendo en seguida un grupo de

mas de cien hombres, con los cuales empezaron á operar, pero

por separado, en los departamentos que comandaba el Coronel

Baes.